Dos mamás, una desde Buenos Aires, otra desde Río Negro, luchan por un mismo objetivo: que el acoso a menores a través de las redes sociales, conocido como grooming, se convierta en figura del Código Penal con el objeto de que pueda ser considerado delito. En 2011, el Senado le dio media sanción a un proyecto de ley que desde entonces no fue tratado en Diputados.
Con 180 mil firmas que respaldan su lucha, Roxana Domínguez y Rosa Castro estarán presentes este martes en el plenario de comisiones penal y de familia convocado para debatir el proyecto, que contempla penas de seis meses a seis años para quien utilice algún tipo de tecnología para contactar a un menor con fines que atenten contra su integridad sexual. La legislación existe en varios países, como Chile, EE.UU., Costa Rica y Canadá, entre otros.
El caso de Roxana Domínguez se remonta a 2008, cuando su hija de 13 años empezó a participar de unos juegos online japoneses en los que se intercambian los roles –las mujeres entran con una identidad masculina y los varones, con una femenina–, y a medida que van pasando de nivel, los contenidos sexuales se vuelven cada vez más explícitos. Un ejemplo es un juego que simula ser un hotel virtual, al que para entrar se requiere una edad mínima de 8 años, pero no hay límites para la máxima. Así, niños y adultos conviven. El contacto, muchas veces, continúa en Facebook, donde los adultos manipulan y convencen a los menores para que manden fotos desnudos.
“Los chicos terminan accediendo, porque generaron un vínculo con ese amigo virtual y no saben cómo salir de esa relación”, explica Roxana, quien, ante el vacío legal con el que se encontró en el país, buscó ayuda en el exterior. Junto a una representante de Amnistía Internacional de España, logró ubicar a quien acosaba a su hija, tras jugar al mismo juego, con una identidad falsa. Era una mujer de 30 años que vivía en México.
En 2009, Roxana conoció a Rosa Castro, de Cipolletti, cuya hija de 14 años también fue víctima. Desde entonces, juntas luchan por la ley y por que los sitios de internet cumplan con los filtros que impedirían que cualquier menor tuviera acceso a contenido pornográfico. En el caso de Rosa, el acosador era un hombre de 39 años que se hacía pasar por un chico de la misma edad de su hija, que llegó a masturbarse frente a ella en una videollamada. Tras ir a juicio oral, el acosador, identificado como P.F., fue condenado a un año en suspenso por “exhibiciones obscenas”. El caso sienta precedente, ya que en el juicio se dio validez a las pruebas informáticas y se tomaron las figuras que son las propias del grooming, como el “engaño”, el “acoso” y el “perfil falso”.
Junto a Roxana, pelea también por una difusión del buen uso de internet. “Hay que concientizar a los padres, que aprendan a usar las computadoras, yo tuve que aprender”, dice Rosa. Las dos aprendieron.