Lucha libre entre científicos y fenómenos ambientales. Un “imaginódromo” para entrenar la creatividad, y talleres de hip hop o animación stop motion. Un gran concierto al aire libre con algunos “grandes éxitos” de la música clásica. Artes milenarios japoneses y un espacio para cocinar junto a otros. Entre los cientos de posibilidades que ofrece la Ciudad de Buenos Aires para transitar las vacaciones con los más chicos, resulta casi imposible elegir. Y con los teatros comerciales con entradas por encima de los $ 1.000 y las salidas acotadas por los bolsillos, las opciones gratuitas –que son muchísimas y de muy buena calidad– cobran aún más importancia a la hora de armar las agendas.
El C3, por ejemplo, es el espacio ideal para los curiosos por la ciencia, pero también perfecto para quienes –grandes o chicos, lo mismo da– quieran descubrirla: además de los experimentos, instalaciones y talleres que invitan a descubrir cómo es posible vivir en el espacio y un espacio dedicado a los 50 años de la llegada a la Luna, también se puede aprender y disfrutar de un espectáculo que, al estilo de Titanes en el Ring, enfrenta a figuras relevantes de la historia de la ciencia con fenómenos climáticos, ambientales y de salud que resuelven todo en un ring de catch. “Es el segundo año que hacemos Fuerza atómica. Los padres nos lo pidieron porque los chicos pedían info después de verla”, dice Guadalupe Díaz Costanzo, a cargo del C3. La obra dirigida por Cristian Palacios sumó personajes nuevos y está todos los días a las 15.30 y 17.30. Las entradas se retiran una hora antes de cada función.
En el Teatro Colón, que tiene una agenda especial para los más chicos –cuentos en el Salón Dorado y talleres de realización escenográfica, entre otros–, hoy abren la puerta a la Plaza Vaticano: a las 15 hay un concierto de música sinfónica con personajes del mundo de la ópera y el ballet. Actores, bailarines, proyecciones y un narrador acompañarán a la audiencia en este viaje musical con fragmentos de obras de los compositores más reconocidos de todos los tiempos: Bizet, Rossini, Beethoven, Rimsky-Kórsakov, Badelt, Strauss y Tchaikovsky.
El renovado Centro Cultural Recoleta se convirtió, por las vacaciones, en un “imaginódromo”: un espacio de entrenamiento dispuesto para invitar a grandes y chicos a potenciarla. El escritor Luis Pescetti redactó la Guía del imaginador, ocho consejos para liberarte e imaginar con más fuerza, y también hay talleres que la potencian: de stop motion, de animación, de creación de memes, circuitos electrónicos, ilusiones ópticas y visuales, además de escultura, teatro de sombras, collage, historietas, lectura, escritura y más. Las rimas improvisadas, el graffiti y los diferentes estilos de baile urbano también tomaron el edificio en un festival de hip hop con competencias de freestyle y breaking.
En el Paseo Alcorta, los más chicos –de 3 a 8 años– pueden hacer todos los días actividades en un espacio especial de Gymboree que combina juego y estimulación. Hay arte, música, cocina y ciencia, en el tercer nivel del centro comercial. Y en el Jardín Japonés, hay de todo para aprender y disfrutar de la cultura nipona: una muestra de tecnología, espacios para hacer origami distribuidos en el jardín; taller de ikebana, pintura y bonsai, y muestras de artes marciales.