Superado el mal momento por el secuestro de Adrián, la familia Werthein celebró anoche el casamiento de Gregorio, uno de los hijos de Gerardo. Y lo hizo a toda orquesta, en el Hotel Sheraton de Retiro, con invitados VIP y una impactante convocatoria política.
La principal atracción fue el ex presidente norteamericano Bill Clinton, que llegó de incógnito a Buenos Aires para participar de la ceremonia. Su relación con los Werthein es de larga data: el clan suele pagarle un cuarto de millón de dólares por dar una conferencia al año.
Clinton se movió por la fiesta como si fuera uno más, aunque una discreta custodia siguió cada uno de sus pasos. Al divisarlo, el canciller Héctor Timerman apuró el último niguiri de salmón que le quedaba y fue raudo a saludarlo. Cholulo, la emoción le impidió hacerle alguna consulta de política internacional.
Timerman conoce a los Werthein a través de su esposa, Anabel Sielecki, la millonaria heredera de los laboratorios Phoenix. Por eso, el ministro suele descansar en las mansiones que el clan de La Caja y Telecom tienen en Punta del Este. Allí se lo pudo ver este mismo verano, mientras el resto de sus colegas transpiraba en Buenos Aires.
Durante el casamiento de Gregorio, el Canciller se cruzó con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, pero no hablaron de política. La novela de los subtes no daba ni para un minuto de distensión. Algo de eso comentaba Horacio Rodríguez Larreta, poco afecto al baile e inseparable de su teléfono celular.
Más allá de Clinton, la otra estrella de la noche fue Marcelo Tinelli. Lookeado como en las grandes galas de Bailando por un Sueño, el as de espadas que tiene Canal 13 para volver a liderar el prime time daba algunos indicios sobre su regreso a la televisión. Los invitados lo felicitaron por la estratégica convocatoria a Florencia Peña. Entre ellos, el intendente de Tigre, Sergio Massa, a quien algunos ya le pedían una definición: ¿quiere suceder a Daniel Scioli?
La provincia de Salta estuvo muy bien representada por su gobernador, Juan Manuel Urtubey, uno de los más entusiastas a la hora de comentar los chimentos de la política. Por ahora, desde el oficialismo, aunque con reservas.
La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada, con abundante champagne y barra de tragos. El broche de oro fue la presencia de Pitbull, el cantante cubano-americano que sacudió la pista de baile con un puñado de sus pegadizos hits.
(*) especial para Perfil.com.