Ni a la costa ni a las sierras: la tercera posición del verano es la experiencia alternativa. En una temporada de ocupación errática, la escapada corta irrumpe con un abanico de propuestas. El espectro, desde aventuras en la selva hasta relax en el río, demuestra que el “lado B” del verano tiene todo para ofrecer.
Sostenible y ecológico, el circuito turístico de ecoaldeas de la provincia de Buenos Aires se enraíza como tendencia y propone desde bioconstrucción en adobe hasta fogón y acampe en el corazón verde del llano. Algunos de los espacios son Gaia, en Florencio Varela; Laguna Verde, en Chascomús; Atrapasueños, en Navarro, y Sin Tranquera, en San Miguel de Monte.
Casi 300 kilómetros al sur separan a Yamay de la Capital Federal, un “emprendimiento de turismo responsable, sustentable y solidario que busca reconectar el lazo entre naturaleza y comunidad”, explica Fernanda Segre, encargada de la logística del proyecto. A $ 100 el día y $ 250 el fin de semana, Yamay se convierte en observatorio de estrellas, centro de acampe, pisadero de barro para construcción y “profunda comunión comunitaria”, observa Segre.
A puertas cerradas, el mealsurfing hace del Delta de Tigre un polo de placer culinario. Las propuestas gastronómicas de autor en el hogar del chef son tendencia en lugares como La Maison del Senador Dupont. Doce minutos en lancha desde la Estación Fluvial de Tigre acerca al proyecto de Silvina de Prado y Demian Gasco entre selva, río y platos exclusivos.
“Es el mimo de sentirte en casa en un ambiente relajado con comida casera de autor”, explica de Prado. La cena, la noche y el desayuno en el confort rústico del caserón estilo patagónico suma $ 1.200 por persona. Los platillos: bondiola mechada, pizza rústica y risotto de setas silvestres. Y las actividades van desde paseos por la selva, música en vivo, y surcar el Delta en kayak.
Antes villa pesquera y actual pueblo surfer, Punta del Diablo en Uruguay es la alternativa deportiva para las vacaciones. A 175 km. de Punta del Este y con población de 500 habitantes, las olas que convirtieron a la villa en meca del surf rugen en sus calles de tierra. Atardeceres largos, amabilidad charrúa y oleaje inigualable a un precio promedio de $ 700 la noche.
Bajo las estrellas. Para los más aventureros, dormir en la copa de los árboles en un escenario natural imponente es una buena opción. Esa es la oferta del Cuñá Pirú Lodge en Aristóbulo del Valle, Misiones. Las cabañas, de los arquitectos Daniela y Diego Olivera, son lujo y confort a ocho metros de altura, enredadas en selva virgen y con ventanal en el techo para bañarse de estrellas en la noche, a un precio promedio de $ 1.200 por noche. Allí, los atractivos turísticos incitan a la aventura: los saltos del Moconá y las cataratas del Iguazú ofrecen canoping, rappel, cicloturismo y hiking.
Las alternativas para un verano distinto abundan, y hacerlo inolvidable depende del veraneante.