Aunque todavía sigue vinculado al negocio de la venta de leche, los vecinos de la localidad bonaerense de Quilmes y zonas aledañas que peinan canas extrañan el ruido del cascabel de su vieja carreta tirada por un caballo, repleta de tarros y "chanchas" (tarros de 50 litros) que les anunciaba la llegada de uno de los mejores amigos de la familia: el lechero. Esa fue -y sigue siendo- la profesión que desde muy pequeño Domingo Antonio Brey mamó de su padre, Florencio.
"Recuerdo ver a mi viejo levantarse todos los días casi con el alba para recibir el camión que le traía los 350 litros de leche suelta. Ahí arranca toda la tarea previa a la venta que pasaba por colar la leche, refrigerarla y, por último, volcarla en tarros y chanchas de chapa o acero inoxidable para, sobre las 6 de la mañana, salir a venderlos por las casas de familia arriba de su carro tirado por un caballo que me acompañó hasta que tuve que jubilarlo. Yo lo miraba a mi viejo y me veía ahí haciendo lo mismo. Me encantaba y me llenaba e orgullo ser el hijo del 'lechero Brey'. Por eso decidí seguir sus pasos y aquí estoy, cumpliendo 70 años con la vida y 58 de lechero", cuenta con pasión "Mingo", como lo conoce todo el barrio a uno de los hinchas más fanáticos de Quilmes Atlético Club. "Soy del cervecero a muerte", dice orgulloso.
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