“Ushuaia, fin del mundo”, escribió el actor Mariano Torre en el asunto del mail que le escribió al arquitecto Michael Reynolds, referente de la arquitectura bioclimática. Era el año 2011 y Torre y su mujer, la cantante y actriz Elena Roger, soñaban con construir una casa verde, amigable con el medio ambiente.
A tres años de ese primer contacto, están terminando la obra de la primera casa autosustentable de Latinoamérica, que fue hecha en un 80% con material reciclado, como neumáticos, plástico, botellas de vidrio y hasta partes de lavarropas.
“En 2011 me dicen que busque en internet la palabra earthship, y ahí me entero de que había una persona que ya había hecho todo lo que yo quería hacer”, dice Torre en relación al tipo de construcciones que Reynolds desarrolla desde la década del 70. Allí fue cuando se animó a hacerle la propuesta de construir una earthship en su Ushuaia natal.
La casa, que cuenta con el apoyo de funcionarios locales, se está construyendo en pleno centro de la ciudad, donde funcionará como “estación experimental”. Sucede que, por el tipo de materiales que se utilizan –que no están legislados para la construcción–, no son casas habitables en el país. En Estados Unidos, por ejemplo, sí.
Entre los materiales que usaron, se cuentan: 350 neumáticos, 5 mil latas de aluminio, 3 mil botellas de plástico, 4 mil de vidrio y treinta paneles de lavarropas que emplearon para hacer las tejas del techo.
“Este señor desarrolló una arquitectura donde se aprovechan todos los recursos del planeta, y los usa de manera natural”, explica Torre, y ejemplifica: “Para dar calor, el sol se acumula en los neumáticos, que a su vez están cubiertos de tierra que lo absorben en las paredes y lo largan lentamente”.
La obra, en la que trabajó un equipo de más de setenta personas de todas partes del mundo que participan del programa de la academia de Reynolds, estaría lista este mes.
Consumo verde. En tanto, en Ingeniero Maschwitz, Escobar, se está realizando otro tipo de construcción verde. Es el primer centro comercial hecho totalmente con contenedores marítimos abandonados que están siendo reacondicionados para que abra sus puertas en mayo.
“La idea era aplicar este criterio de arquitectura sustentable donde el contenedor está en desuso y se convierte en residuo. Darle vida útil es recuperarlo”, dice Juan Pablo Rudoni, director y desarrollador de Quo Container Center, que lleva adelante el proyecto.
A este tipo de construcciones se la llama container architecture porque fue en Londres donde se hizo por primera vez, y hoy existen oficinas y locales hechos en contenedores. Están en Australia, Nueva Zelanda y Holanda, donde existe una residencia estudiantil construida con 450 contenedores. En Brasil y México, también hay.
El centro comercial de Escobar tendrá una superficie de 2.200 m2; 57 contenedores, una planta baja dedicada a la gastronomía, un primer piso con locales de indumentaria y un segundo piso con oficinas.
Además, lucirá una terraza verde, paneles fotovoltaicos, luces LED y de bajo consumo. Cada piso estará conectado por escaleras que permitirán el acceso entre las estructuras metálicas, y por pasarelas que permitirán el acceso desde el exterior. Además, tres de los contenedores se ubican en posición vertical, por donde correrá un ascensor.
“A nivel mundial, se viene dando la discusión de qué hacer con los contenedores, y se busca encontrar soluciones habitacionales. Por eso, este tipo de construcciones funcionan”, dice Rudoni.
Experiencia en un country de Cañuelas
En Cañuelas, Charly Karamanian vive con su mujer y sus dos hijos en otra casa completamente verde, la que llamó “la Casa G”, y para la que usó más de ochenta tecnologías distintas. Como la casa de Roger y Torre, luce un diseño bioclimático, pero los materiales que utilizó fueron otros para mostrar que este tipo de vivienda puede hacerse en cualquier ciudad o barrio cerrado.
“Queremos demostrar que usando materiales tradicionales podemos hacer casas confortables, con elementos que incorporan material reciclado, donde ya se fijaron cómo reaprovechar los recursos”, explica Karamanian.
“Nosotros vivíamos en Capital Federal y decidimos venirnos a vivir acá. Para eso, vendimos nuestro departamento, y ese dinero lo usamos de base para diseñar el proyecto”, agrega. El consiguió el apoyo de setenta empresas que ayudaron a construir la casa y ahora participan del proyecto que puede seguirse por el Facebook Casa G, donde suben fotos y explican las tecnologías utilizadas y consejos que van de cómo recuperar el agua de lluvia hasta cómo iluminar o limpiar la pileta, todo con el menor consumo posible.
“Vamos a mostrar que se puede vivir en una casa así”, dice, pero advierte que “una vivienda sustentable tiene que ver con hábitos sustentables que se acompañan con un cambio de mentalidad. Nosotros en la cocina tenemos seis cestos para separar la basura”, ejemplifica. También hay paneles fotovoltaicos que generan electricidad limpia e instalaron aislaciones térmicas eficientes para equilibrar la temperatura y monitorear la calidad del aire. Todos recursos que hacen al consumo responsable.