SOCIEDAD
mañana festejaran su dia

Crecen los regalos de "experiencias extremas" para chicos

Simulacros de vuelo, saltos en trampolines y camas elásticas o equilibrio en altura son opciones que comparten en familia.

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Día del niño. Simulacros de vuelo, saltos en trampolines y camas elásticas o equilibrio en altura son opciones que comparten en familia. | vuela

En lugar de recibir un juguete como regalo, cada vez más chicos eligen festejar su día con una experiencia. Y entre las opciones posibles –que van desde clases de cocina hasta todo lo que uno pueda imaginar–, las que les generan adrenalina ganan cada vez más terreno en las preferencias, especialmente entre los más grandes.

Así, los padres pueden optar por acompañarlos a un túnel de viento que simula la sensación de tirarse en paracaídas, un parque en altura para treparse a puentes y lianas colgantes o saltar en un espacio hecho íntegramente de camas elásticas, en las que se puede desde jugar partidos de “quemado” hasta saltar de un trampolín a una pileta llena de goma espuma.

“La experiencia es como tirarse en paracaídas. Se vive la sensación y la adrenalina de caída libre sin saltar desde un avión”, explica Ariel Calvagni, dueño de Vuela, un espacio ubicado en General Rodríguez donde los chicos pueden, literalmente, volar dentro de un túnel de viento en el que la corriente de aire es controlada por un instructor. “Es un simulador porque en el paracaidismo real, que replica la sensación mientras el aire esta quieto, y aquí es al revés: el aire sube hasta 250 km/h. Para los chicos, se pone a 130. Vuelan con un instructor que antes les da una clase teórica de diez minutos en la que aprenden la posición de vuelo, qué sucede en el túnel y señales para comunicarse e ir cambiando las posiciones como hacen los paracaidistas en plena caída”, describe. Para mañana, tienen pensadas actividades especiales, y las opciones van de $ 900 a $ 2.500.

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Otra chance para “volar” pero entre las copas de los árboles es la que propone Euca Tigre, con sedes en Benavídez y Bariloche, que se presenta como el parque aéreo de aventuras más grande de Sudamérica. Allí, hay de todo para los más audaces: puentes colgantes, lianas, palestras para escalar y tirolesas para volar entre las copas de los árboles más altos. Hay 105 juegos diferentes, clasificados en niveles de dificultad. Además, una torre permite experimentar una caída libre de 13 metros, con una supertirolesa y una doble palestra autoasegurada. Todo está replicado también en miniatura, para los más chiquitos. Los ingresos cuestan $ 500 para los adultos y $ 200 para los chicos de hasta 1,25 de altura, e incluye cascos de seguridad.

Adrenalina pura. Los padres e hijos que disfruten de hacer saltos y piruetas pueden compartir el día en Rush Trampoline Park, un gran predio de 3 mil m2 de camas elásticas –que abrió el año pasado en Pilar y proyecta tres sedes más para el que viene–, y que tiene un plan especial para festejar mañana.

“Hay canchas especiales para jugar al ‘quemado’, algo que las familias comparten siempre; una gran pista principal con espacios para saltar y jugar, otras camas que tienen aros de básquet para encestar y uno de los más requeridos, una gran piscina repleta de cubos de espuma donde zambullirse desde un trampolín”, cuenta Heath Baines, su dueño. Hay que comprar unas medias especiales, que pueden reutilizarse, y el pase cuesta $ 300. Además, para los más entrenados, hay un sector para saltar barras giratorias y otro de alto rendimiento.

Más demanda por juguetes inclusivos

Para que la experiencia de jugar no excluya a nadie en el camino, el mercado está –muy lentamente, eso sí– abriendo espacio para los juguetes inclusivos, pensados especialmente para chicos con dificultades motrices, visuales o auditivas, entre otras. Así, en un concurso organizado por la fundación Fundalc y Juguetes Universales, se presentaron opciones que incluyen un muñeco que habla y guía a chicos con dificultades motrices, y un metegol para chicos con discapacidad visual, que consiste en “un pasillo con tres puntos que marcan los jugadores. Reconociendo el sonido y escuchando correr la bola, cada participante tiene que tratar de embocarla en un arco”, describió José Ignacio López Zapana, su creador, que también es ciego.

El año pasado, en tanto, una empresa argentina creó el primer muñeco de bebé con Trisomía 21 (Síndrome de Down), al que bautizaron Oli. “Los chicos pueden identificarse y ver sus rasgos reflejados en ellos”, explicaron sus creadores.