SOCIEDAD
MODELOS MATERNALES 2006

Cuando la publicidad atrasa

Las niñas de hoy: planchadoras del futuro.

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Este fin de semana una publicidad gráfica detuvo mi regreso al hogar. El domingo fue el día de la madre y, como todos los años, las grandes empresas apostaron sus fichas publicitarias a vender todo tipo de productos. Pero lo que me paralizó no fue exactamente la dulce mirada de la nena protagonista de la foto.

Me acerqué un poco más al cartel, en el enclave de la avenida Angel Gallardo justo en frente del Museo de Ciencias Naturales, y descubrí que no sólo esbozaba unos pequeños y lechosos dientes, sino que en su mano la criatura sostenía una plancha. Debajo de la plancha, una camisa o similar, y más abajo todavía un mensaje: “Mami, este día me toca a mí”. Y al pie del cartel un feliz día de la madre deseado por la línea de productos Bon o Bon.

Sentí algo raro, quizá un sentimiento de decepción o amargura que se desdobló en mí. Por un lado, por entender que aún los creativos publicitarios sostengan que la representación de las madres se relaciona directamente con los quehaceres del ama de casa, a saber: planchar, fregar y cocinar todo el santo día como unas endemoniadas. Y detecté, por otra parte, el fatal legado para las niñas que este mensaje propone y que sujeta muy pero muy fuerte la idea de que el rol maternal en la casa es indisociable de aquellas tareas de las que nuestras abuelas solían ocuparse. Y que será el lugar que heredaremos, heredarán cuando mamá no esté (o quiera descansar, en su día).

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 No me animo a referirme a nuestras madres porque, junto con la emancipación de la mujer, la falta de trabajo y la necesidad de reforzar el ingreso familiar, hace largo rato que las mamás no pueden ser rotuladas con esas etiquetas. Y cuando las publicidades lo hacen, a muchas nos aturde un ruido casi insoportable.

Me pregunto: ¿se tratará acaso de falta de imaginación? ¿O de fallidos brainstormings como les gusta decir a ellos, los “creativos”? ¿Se los podrá considerar como tales después de esta campaña?

Y digo que la decepción fue doble porque soy casi una adicta a esa especie de golosinas. Por eso, me arriesgo a ser tildada de criticona, de feminista, de tener poco sentido del humor, pero confieso que la representación de la mujer de esa publicidad me empalagó. Espero recuperarme pronto para, una vez liberada de planchar, matarme en el gimnasio y tomar clases de bordado, poder volver a degustar un delicioso bombón.