"Yo aborté", dijeron cuatro mujeres que se animaron ayer a contar su historia en televisión, en medio del debate por la despenalización del aborto que promueven varios políticos y agrupaciones sociales y de Derechos Humanos, pero que tiene fuerte resistencia en un gran sector de la sociedad, sobre todo ligado a la religión.
La diputada Cecilia Merchán (del Movimiento Libres del Sur), la antropóloga Miranda González Martín, la socióloga Cecilia Lipszyc y la psicóloga Andrea D'Atri hablaron en el programa "Palabras más Palabras menos", emitido anoche por TN, sobre su experiencia al atravesar por un aborto clandestino, luego de tomar la decisión de interrumpir su embarazo por distintas circunstancias que en su momento marcó a cada una. Las cuatro, a su vez, promueven la despenalización del aborto, y bogan por el derecho de la mujer a decidir.
"Tenía 18 años, tenía mis primeras relaciones sexuales, cuando quedé embarazada. En ese momento no entraba en mi imaginario la posibilidad de interrumpir un embarazo: soy de un pueblo, venía de una formación católica, con el mandato de la maternidad muy fuerte", contó Merchán. Y relató que lo decidió porque era muy chica, y recién empezaba la universidad y a tener relaciones sexuales con un hombre."No me imaginaba avanzar con ese embarazo", aseguró. Y relató que luego habló con su madre, quien apoyó su decisión.
Sin embargo, la intervención clandestina le provocó una infección, que llevó a la actual diputada cordobesa, de 41 años, a un hospital. "Eso nos marcó mucho, a mí y a mi hermano que me acompañó, porque además cuando llegamos al hospital escuchábamos 'no la toquen, es un aborto'; una situación muy fuerte, yo volando de fiebre...". Y agregó que cuando decidió hacer público su caso, el año pasado, fue justamente para "poner una cara más a esas 70.000 mujeres que terminan internadas en hospitales por problemas en la salud por consecuencias de abortos clandestinos". Y contó que también la marcó la muerte de la hija de una mujer a la que ella, por entonces, alfabetizaba. "Se murió en la misma etapa en la que yo me salvé, por un aborto clandestino hecho de una manera absolutamente casera".
Miranda González Martín, en tanto, contó que su decisión de abortar fue a los 26 años. "Yo era de clase media, universitaria, hacía 5 años que estaba en pareja... o sea, todo lo idealmente tiene que suceder para tener un hijo. Pero yo no sentía que sea mi momento, no tenía deseos de ser madre, no era un embarazo buscado.. las pastillas a veces fallan, soy una de las víctimas de eso", relató.
La antropóloga contó que, si bien se sintió triste cuando tomó la decisión, lo que más recuerda de ese momento es sentirse "violentada". "Porque no podía contarle a mi familia, violentada por no poder contarlo en mi trabajo, ni pedirme días, y a los dos días de eso yo estaba dando clases en la facultad como si nada; violentada también por pensar que lo que a mí me había pasado era una tontería frente a lo que le pasa a otras mujeres en otras situaciones, como si hubiera categorías diferentes de quienes son más víctimas o menos víctimas".
Cecilia Lipszyc, socióloga, y presidenta Asociación de Especialista Universitarias en Estudio de la Mujer relató que, cuando quedó embarazada, nunca se le cruzó por la cabeza otra idea que no sea abortar. "Estudiaba, militaba, hacía un montón de cosas que con un bebé era imposible o impensable hacer. Decidí eso y no sentí tristeza", dijo, convencida. Y relató que las estimaciones más conservadoras aseguran que se realizan unos 500 mil abortos por año. Y agregó: "Decimos que la despenalización del aborto es una deuda de la Democracia, porque desde el 83 hasta ahora han muerto 3.000 mujeres por abortos clandestinos".
La psicóloga Andrea D'Atri, por caso, aseguró que cuando se embarazó ya había tomado de antemano la decisión de no ser madre "como una elección de vida", por lo que no le costó tomar la decisión de abortar. "Conseguí una médica que era feminista y me cobró carísimo, lo que hoy serían unos 5000 pesos. Un aborto clandestino, pero en condiciones médicas: tuve monitoreo cardíaco, anestesista, una sala hermosa donde me desperté, con un desayuno al lado", detalló.
Y luego contó: "Casi que la médica me pedía disculpas por el precio, y me decía que aparte de pagar su sueldo y el de los demás médicos, tenía que pagar a la policía, a la municipalidad. Imaginate que la clínica clandestina funcionaba en un departamento de lujo, a cuatro cuadras de la casa presidencial de Olivos, sobre la avenida Maipú. Y ella se atajaba para poder pagar todas las coimas que hay que pagar en la clandestinidad. Porque, de hecho, el aborto clandestino es un negocio también, y su despenalización acabaría con médicos que en público se oponen al derecho al aborto, porque en privado hacen un gran negocio con el aborto", denunció.
A ella se sumó la afirmación y la misma denuncia de todas las demás. "Hay médicos que no han aceptado hacer abortos que son legales por derecho de conciencia, como un aborto por violación, pero tienen una clínica privada donde hacen abortos", agregó Merchán.