Los lugares dan escalofrío y algunos parecen escenarios de películas de terror. Se pueden encontrar desde iglesias góticas abandonadas, un teatro con todas sus butacas desiertas y hospitales en ruinas hasta fábricas, hoteles o castillos que quedaron en el olvido. A muchos puede darles miedo visitarlos, pero a otros les genera adrenalina: imaginar lo que se vivió allí o lo que podría haber sido moviliza a los “fanáticos de lo abandonado” a sacarles fotos o pasar el día.
“Si lo mío es una locura, descubrí que hay mucha gente que la padece”, bromea Juan Pablo Ponce Barrios de Santa Rosa, La Pampa. El es uno de los más de 20 mil integrantes del grupo Lugares Abandonados de Argentina. Allí, amantes de lo olvidado de distintas provincias del país publican fotos de los lugares que visitan y escriben pequeñas reseñas. Para algunos es guardar un registro antes de que desaparezcan por completo, o soñar con que se vuelvan a usar.
Antonela Ginessi Curti iba camino a Mar del Plata por la Ruta 2, cuando unos kilómetros antes de llegar a su destino divisó una llamativa construcción: era la Iglesia Eustaquio Aristizábal en la estancia La Micaela. Un lugar de estilo gótico de 1910 casi en ruinas.
“Según he leído, la edificación posee un sótano dónde se encuentra una cripta con seis nichos destinados a los dos miembros fundadores de la estancia y familiares o amigos (sinceramente, por el estado de abandono y deterioro del lugar no me animé a adentrarme en la construcción)”, cuenta Antonela en el grupo.
Manuel Cid (20) es estudiante de ciencias políticas y junto con cuatro amigos tienen como plan de los fines de semana visitar lugares abandonados. Hace unos días fueron a la Estancia La Chica en Salto, provincia de Buenos Aires, a pasar la tarde y sacar fotos.
“Estar en estos lugares es historia pura. Un señor de la zona nos contó que vivía una familia de 1874, donde desde el mirador de la casa observaban a los indios”. La casona aún conserva la fachada y el interior, “pero hay que tener cuidado ya que los pisos están podridos y te podés caer al sótano”, acota.
Los favoritos. “La meca para nosotros es Villa Epecuén”, asegura el fotógrafo amateur Ponce Barrios. Se trata de la famosa ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires que en 1985 sufrió una inundación que la dejó debajo del agua. En los últimos años, el agua comenzó a retirarse y salieron a la luz sus ruinas.
Otro de los espacios más codiciados es el Anfiteatro Martín Fierro, también conocido como el Teatro del Lago, que queda en el Paseo del Bosque en La Plata. Ver sus cientos de butacas blancas oxidadas se convirtió en atractivo. “Está clausurado hace dos años, después de la muerte de un obrero”, explican desde el gobierno provincial. En octubre de este año, los candidatos a intendente firmaron su recuperación y puesta en valor.
Los más corajudos se animan a visitar lugares con pasados más oscuros, como un internado en Pilar y el ex Hospital Colonia Santa María de Punilla, en Córdoba. “Era el destino final de los enfermos de tuberculosis en los años 30. Luego fue un neuropsiquiátrico y más tarde, un centro clandestino de detención. Hoy está abandonado el edificio central”, detalla Federico Vila.
Si bien saben que “un lugar abandonado significa sueños truncados”, en Facebook aseguran que el encanto de imaginarse lo que ocurrió en ellos, “lo embriaga”.