SOCIEDAD
iniciativa pionera

Educar sin género: crean manuales para enseñar diversidad a los chicos

Un programa de Inadi y Unicef, que se presenta esta semana, incluye cuentos que rompen con los estereotipos. Los alumnos podrán interactuar con los personajes a través de sus perfiles en redes sociales.

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Elegir. Valentín no quiere elegir entre ser un superhéroe o bailar ballet. A Ana la enoja que la obliguen a usar vestidos. Los libros son parte del programa Ni Héroes ni Princesas. | inadi

Ana tiene 8 años. Quiere ponerse un short y una remera, salir en bicicleta y, cuando sea grande, sueña con convertirse en bombero. Pero la visita de su abuela la obliga a tener que bañarse, ponerse uno de sus vestidos y quedarse quieta “para no ensuciarse”. Su hermano, en tanto, juega a la pelota en el patio, pero ella tiene que ayudar a su mamá con la mesa. “Vos sos la princesita de la casa”, le dicen.

Valentín juega con superhéroes, pero no los hace luchar: prefiere que hagan poses de ballet, como él. Pide ir a aprender danzas clásicas. Y cuando lo llevan, pasa vergüenza. Lola no entiende por qué hay juguetes “de nene” y otros “de nena”, y duda cuando ve a un varón paseando un cochecito de muñeca. Los adultos que la rodean le dicen qué puede y qué no usar. “Está bueno que yo sea diferente y que el resto también pueda serlo”, se defienden los personajes.  

Los cuentos forman parte del programa Ni Héroes, ni Princesas, creado por la dirección de Promoción y Prácticas contra la Discriminación del Inadi, para “sensibilizar y educar a los chicos desde el nivel inicial” –pero también a los docentes y padres– en “romper con los estereotipos y con lo que debería ser y no es”, como explica Gabriela Amenta, directora del área.

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Los adultos son, muchas veces, los que inician o continúan estigmatizaciones que los chicos ni siquiera se plantean: ayer, se lanzó una campaña en redes sociales (#DejenJugarAJuana) para que la AFA permita que una nena de 11 años pueda participar de la Liga Infantil de Fútbol en Mercedes. Un club intentó ficharla, pero la liga local informó que no podrían aceptarla por ser mujer al alegar que la AFA no permite el fútbol mixto. Aun en un país con leyes pioneras en inclusión sexual y de género, el problema está en cuánto tarda el cambio social en alcanzar al de derechos.

El programa, hecho en conjunto con Unicef y único en su tipo en la región, se lanza esta semana y los contenidos se irán “adaptando a las realidades sociales y culturales de las distintas regiones” del país. Además de los cuentos, manuales, capacitaciones presenciales en escuelas a demanda, y la posibilidad de acceder a todo el material en el campus virtual de Inadi, hay un atractivo adicional: Ana, Valentín y Lola tendrán sus propios perfiles en redes sociales y los chicos podrán interactuar y ayudarlos “a construir sus propias identidades. Queremos incorporar las inquietudes que vayan saliendo”, agrega Amenta. También pretenden influir en qué es lo que los padres eligen para los hijos, como los juguetes, la primera forma de estigmatizar (ver aparte).

Desde el aula. “Hasta ahora, en mis experiencias, usualmente el menor problema lo tienen los chicos. Es de los padres. En un colegio, había una familia de dos padres con su hija. Cuando otra familia se enteró, se quejó. La hija de esa familia no tenía ningún problema. Eran los padres los que no sabían cómo manejar la situación”. La inquietud surge de uno de los docentes que participó en marzo de los cursos del programa BA Convive, que impulsa la Ciudad.

“Lo que está apareciendo en los colegios incluye niños y niñas trans y, como la legislación acompaña, cada vez aparecerán más. Si uno va a la biblioteca, difícilmente pueda encontrar manuales que le digan qué hacer. En algunos casos, el derecho queda muy de vanguardia y todavía falta el cambio cultural”, dice Pamela Malewicz, subsecretaria de Derechos Humanos porteña, a cargo del programa. “Había una demanda del espacio docente sobre cómo abordar estas temáticas no sólo en el aula, sino también en los espacios familiares, donde queda un poco librado a la buena voluntad”.

“El mayor desafío es aggiornarse, tenemos que pensar en qué momento histórico estamos y adecuarnos. Y no sólo los más grandes, sino también los más jóvenes”, cuenta en las jornadas Luciana Reboza, una docente de sólo 33 años.

Ana de Mendoza, especialista en género de Unicef, agrega que “es importante visibilizar esto como problema, porque se ve como algo natural. Es problemático porque restringe oportunidades y libertades de elección, y refuerza la desigualdad de género apelando a algo que no es natural sino construido: ‘El rosa es de niña; el azul, de varón’. Pero la buena noticia es que se puede revertir. Es una tarea de largo aliento que requiere un cambio cultural profundo”.


Papás que  juegan con Barbies y la primera muñeca trans

A Mattel le llevó sesenta años –y quejas cada vez más visibles y multiplicadas, además de una caída en las ventas, según señalan expertos internacionales– convencerse de que Barbie necesitaba un cambio de imagen. El año pasado anunciaron una línea de muñecas más diversa, que incluiría –en principio, en Estados Unidos– mujeres de distintos talles, colores y razas. Pero también, para promover directamente el fin de los estereotipos, con videos en su web oficial donde los papás comparten con sus hijas mujeres jugar a las muñecas. “Me divierte jugar más con vos que con mamá”, le dice una de ellas. Aunque la verdadera revolución parece venir de una empresa de juguetes neoyorquina, Tonner Doll, que acaba de lanzar la primera muñeca trans del mundo, Jazz, hecha a imagen y semejanza de una activista, celebrity adolescente y modelo de 16 años, Jazz Jennings, que gana espacio en las redes sociales con sus mensajes contra los estereotipos.