SOCIEDAD
ESTUPOR EN CANADÁ

El caso del jardinero de día, asesino serial de homosexuales de noche

El canadiense Bruce McArthur es juzgado, acusado de matar alrededor de una docena de hombres, descuartizarlos y enterrarlos en macetas.

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Bruce McArthur, acusado de una docena de asesinatos. | AP

Para sus amigos y clientes, el canadiense Bruce McArthur era un paisajista talentoso, un hombre muy romántico y amable, cuyo cabello blanco le hizo ganar el apodo de “Santa”. Era un trabajador que colmaba de belleza los barrios de lujo de Toronto. Pero ese comportamiento agradable enmascaró una maldad ardiente. En los últimos años Bruce fue acusado de seis cargos de asesinato en primer grado, acusado de atraer y asesinar hombres homosexuales, una y otra vez. Hoy el caso fue reabierto por la policía local tras el descubrimiento de los restos de otra de sus víctimas.

Su historia es la de un asesino serial y un maestro del engaño que, a plena luz del día, en el corazón de Toronto, se encargó cuidadosamente de desmembrar y enterrar a sus víctimas sin despertar sospechas de parte de nadie. Actualmente, el hombre permanece aislado a la espera de un juicio el próximo 25 de abril. Si las acusaciones resultan ser ciertas, McArthur habría sido tan hábil en ocultar su carnicería, una juerga homicida que se remonta décadas atrás, que incluso cuando el número de cadáveres enterrados en sus jardines aumentaba, siguió siendo un generoso anfitrión que organizaba animadas cenas y fiestas para sus amigos y vecinos.

"Era solo un hombre normal, obviamente no, pero era un tipo normal", contó a la prensa John Foot, trabajó con McArthur durante cinco años. "Nunca estaba malhumorado. Siempre tenía una sonrisa en su cara. Todos trabajamos en la misma área y lo veíamos todos los días. Nunca dio señales de mal humor… No había nada que indicara que era un tipo extraño". Su hermana, Sandy, lo defendió: “No está en su naturaleza hacer algo como esto. Haría cualquier cosa por cualquiera. Él no mataría a nadie".

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Fue el 18 de enero por la mañana cuando se conoció en Toronto la doble vida criminal de McArthur, cuando la policía lo arrestó en su apartamento de Thorncliffe Park después de ver a un joven entrar al lugar. La policía, que tenía a McArthur bajo vigilancia, temía por la vida del visitante. Al ingresar, encontraron al joven solo, atado, retenido en una cama, pero ileso. Esa tarde, la policía reveló que McArthur enfrentaba dos cargos de asesinato en primer grado y los investigadores dijeron podrían presentarse más cargos por asesinato, lo cual sucedió.

Los temores de larga data dentro de la Villa Gay de la ciudad canadiense fueron confirmados. Toronto tenía un asesino serial, una idea que la policía había descartado anteriormente, pero el asesino existía, y sus presuntas víctimas masculinas tenían una conexión con la comunidad gay. Los medios de comunicación difundieron todo tipo de detalles sobre la vida de McArthur: el amor que sentía por sus amigos y ellos por él, sus relaciones sexuales horriblemente violentas y la forma en que mutilaba y enterraba a sus víctimas con total maestría. Nadie lo podía creer.

De cara redonda y corpulento, McArthur tenía la cualidad de aparentar ser un hombre bueno, lo que le permitió socializar sin levantar sospechas. Sin embargo, mantenía una vida paralela: tenía prohibido pisar el barrio homosexual desde 2001, luego de haber sido condenado por agresiones a integrantes de esa comunidad. También tenía vedado el contacto con prostitutos de la zona, a uno de los cuales había atacado con un tubo de metal. Unos años más tarde, un hombre denunció que McArthur trató de estrangularlo durante un encuentro sexual consentido.

Según relataron algunos hombres a la prensa canadiense, McArthur era muy activo sexualmente, romántico y dominante. Uno de ellos, Jorge Manuel da Costa, se conectó con McArthur en una app de citas gay en 2015 y contó que McArthur le hacía propuestas sexuales inquietantes, que incluían cadenas, esposas y mordazas. Otro hombre, Sean Cribbin, contó al diario “Global News” que su experiencia sexual con McArthur fue aterradora, y que incluyó juegos de asfixia y servidumbre.

Durante esos años, la cifra de hombre gay desaparecidos en el lugar crecía alarmantemente: Andrew Kinsman, de 49 años; Selim Esen, 44; Majeed Kayhan, 59; Soroush Mahmudi, 50; Dean Lisowick, 47; Abdulbasir Faizi, de 42 años; y su amigo y expareja Skandaraj Navaratnam, de 40 años, con el que tuvo una relación violenta y dramática. Todos ellos desaparecieron a lo largo de los últimos 8 años. El presunto asesino serial se valía de su empleo como jardinero para enterrar los cuerpos desmembrados de sus víctimas en el jardín de una vivienda que utilizaba para almacenar material.

La policía descubrió los restos de siete personas escondidas en los grandes jardines en una casa de Leaside, donde trabajaba McArthur. Los dueños de la finca tenían un contrato con el jardinero: él se ocupaba de cuidar el césped y el jardín y, a cambio, le permitían almacenar equipos de su propia empresa de jardinería, la “Artistic Design”, en su garaje. Uno fue identificado a través del análisis de huellas dactilares, mientras que los restos de otros fueron identificados a través de registros dentales.

Una vez que descuartizaba a sus víctimas, McArthur dispersaba sus restos en diferentes macetas que luego se vendían o regalaban, por lo que resulta difícil encontrar restos completos. La policía encontró restos humanos en una veintena de macetas que todavía estaban en la casa de Leaside. “La matanza es impresionante tanto por la naturaleza macabra de los crímenes como por la forma depravada utilizada para deshacerse de los cuerpos”, explica el diario canadiense “The Star”.