SOCIEDAD
en la era de la hiperconectividad

El fenómeno del ‘ghosting’, o cómo borrarse sin dejar rastros

Se trata de cortar vínculos sin enfrentar al otro. Se aplica a las ex parejas, pero también a las familias o los trabajos. Cómo lo potenciaron las redes sociales.

| Marta Toledo

Cuando Charlize Theron se enteró de que su pareja, Sean Penn, la había engañado con su doble de riesgo decidió terminar la relación desapareciendo por completo: nunca más contestó un llamado ni un mensaje (ver aparte). Este modo de terminar una relación se denomina ghosting (que podría traducirse en algo así como “fantasmeo”) y es cada vez más utilizado, aun en épocas de hiperconectividad como éstas.
Muy lejos de considerar la posibilidad de sentarse frente a frente y tener la incómoda conversación de “no sos vos, soy yo”, quienes cierran un vínculo de esta manera evitan cualquier tipo de contacto. Para el dejado, es como si lo hubiera tragado la tierra. El ghosting puede aplicarse a relaciones de todo tipo. “Bárbara y yo éramos muy amigas. Luego de compartir unas vacaciones, ella desapareció completamente. El resto de mis amigas se veían con ella, pero a mí no me contestó ni un mensaje durante casi cinco meses”, cuenta Marisú (24). “Un día me atendió el teléfono y me dijo que ella ‘ya tenía su personalidad’ y ‘no me necesitaba más’”.
Hasta hace unos años, uno podía engañarse a sí mismo y creer que el otro u otra estaba ocupado, que llegaba tarde a su casa como para contestar llamados, pero con las nuevas tecnologías y las posibilidades que ofrecen, hoy es casi imposible no darse por aludido. Los expertos dan cuenta de la aparente paradoja que existe entre el desarrollo de las tecnologías de comunicación y cierta tendencia a que los vínculos sean cada vez más livianos. Patricia Schwarz, socióloga y doctora en Ciencias Sociales, plantea que “la inserción de la tecnología en la vida cotidiana provoca que los usuarios estén en un estado de atención parcial continua, donde uno siempre está ocupado, atento a todo, pero sin centrarse en algo concreto. No hay tiempo para reflexionar o tomar decisiones profundas, siempre se está atento a la aparición de un contacto nuevo”, dice.
Este exceso de información facilita los cambios de estado constantes. “La virtualidad ofrece la facilidad del no compromiso y cierta lógica de conexión/desconexión”, completa. Eso le sucedió a Paula, de 29 años: “Hace algunos años me reencontré con mi novio de la adolescencia, empezamos a vernos muy seguido y ‘volvimos’. Al día siguiente, coincidimos en una fiesta, él no me habló en toda la noche, estaba histeriqueando con otra chica. Me fui y nunca más recibí un llamado ni un mensaje ni nada. Tres años después me animé a llamarlo, me dijo que no tenía tiempo de hablar conmigo más que por teléfono”, cuenta.  Por su parte, Verónica y su concubino, ambos de 28 años, decidieron dejar de convivir: “La idea era seguir, pero en casas separadas. Se preparó un bolso y se fue. Nunca más apareció, ni un mensaje, ni un llamado. Mucho tiempo después, me escribió para que le devolviera su cama”. Marcela y Fernando (31) se conocieron por Tinder y salieron un par de meses: “Me gustaba, pero no tanto como para que sea algo formal, no tenía ganas de tener ‘esa’ conversación seria, me parecía que la relación no lo ameritaba. Dejé de contestarle mensajes, ella seguía insistiendo, la bloqueé del teléfono, de WhatsApp y de facebook. Sé que estuvo mal, pero fue como me salió”, cuenta.

¿Lazos inquebrantables? El ghosting también puede aplicarse a relaciones laborales e incluso familiares, como el de Victoria, que cortó el contacto con su familia, que la buscó durante mucho tiempo. Finalmente, sin peleas ni problemas mediante, su marido llamó a una tía y avisó que ella no los quería ver más. Así de simple.
Y Martín cuenta que cuando armó su empresa, “Leandro, un conocido, empezó a hacer algunos trabajos para nosotros. Siempre fue un tipo introvertido. En un momento empezó a entregar cada vez más tarde y en peores condiciones, hasta que nos tocó rehacer algo de cero porque  no atendió el teléfono ni contestó mensajes. Después de eso desapareció completamente”, recuerda.

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Los casos más famosos
Nadie sabía lo que era el ghosting hasta que Charlize Theron lo puso en práctica para cortar su relación con Sean Penn. La actriz sudafricana se enteró de que su prometido le había sido infiel con Fleur Van Eeden, también de su país, pero ocho años menor. El dato de color es que Van Eeden cumplió el papel de doble en las escenas de riesgo de The Last Face, película dirigida por el mismo Penn. Según allegados a la pareja, tras anoticiarse del engaño, Theron cortó toda posibilidad de comunicación con su ex pareja, no quiso escuchar ni leer ninguna de sus explicaciones o súplicas.
Daniel Osvaldo también aplicó la estrategia de ghosting para desvincularse definitivamente de Jimena Barón. Tras el escándalo que provocó su separación debido a que el futbolista tuvo un romance con Milita Bora, una cantante de rock argentina, Barón aseguró públicamente que Osvaldo se fue de la casa que compartían, se llevó todo el dinero que había y nunca más volvió a contactarse, ni siquiera para ver a su hijo Morrison, y bloqueó a la actriz de todas las redes sociales.