Villa Gesell no tendrá más Reina. Así lo acaba de determinar el intendente Gustavo Barrera, quien amparó su decisión en la Ley de Protección Integral a las Mujeres. “Buscamos evitar la violencia simbólica y la cosificación de la imagen femenina”, aseguró el mandatario.
La coronación de la Reina era uno de los símbolos culturales en Gesell, ya que no sólo constituía un atractivo central de la fiesta más importante de la Villa (la que coincide con el fin de semana largo del 12 de octubre), sino que también servía para determinar a la persona que representaría a la ciudad en festividades similares durante un año. Es decir que, además de Reina, la coronada también fungía de “embajadora”. Aunque los atributos ponderados no tenían que ver con la diplomacia, sino con la belleza física. Parámetros subjetivos y discutibles.
En ese sentido, Barrera no descartó que la ciudad siga eligiendo una persona para que la represente en otras fiestas nacionales, tal como lo es la de la Diversidad Cultural (anteriormente llamada “Fiesta de la Raza en el Mar”), el evento más tradicional del calendario geselino. “Estamos viendo otras alternativas. Por ejemplo, alguien que esté informado sobre las cualidades turísticas de nuestro municipio, o bien una figura relevante del deporte y la cultura. Lo vamos a evaluar”, explicó.
Lo cierto es que la decisión no pasó inadvertida, ya que generó reacciones dentro y fuera de la ciudad. Tal es así que, casi al instante, el Movimiento Pampeano por los Derechos Humano reclamó la misma medida para su provincia. “Es inaceptable que, con el avance en materia de derechos de los últimos tiempos, sea el mismo Estado quien apoye, fomente y sostenga estas prácticas machistas donde se premia la belleza y no otros aspectos de las mujeres”, señalaron en un comunicado.
El interior argentino es pródigo en festividades similares, la mayoría de ellas con ritualidades de esta naturaleza. Las postulantes, muchas veces menores de edad, deben desfilar con diversos atuendos (que van desde ropa de noche hasta bikinis) ante la mirada de un jurado que califica sus condiciones estéticas y corporales. La corte de la belleza no se agota en la Reina, ya que también se eligen princesas y otros apartados, como el de “Miss Simpatía”. Las coronaciones encarnan momentos de alta tensión y suelen estar presididas por las autoridades locales más encumbradas. La batalla por la belleza tiene legitimidad cultural e institucional. Se vuelve algo normal.
Sin embargo, la medida tomada en Villa Gesell parece inscribirse en una nueva sensibilidad que encuentra su antecedente fundante en Chivilcoy, donde a fines del año pasado el Concejo Deliberante aprobó una iniciativa similar enviada desde la Secretaría de Género y la Asamblea por los Derechos de los Niños. Hasta ese entonces, la ciudad estilaba elegir a su Reina en la fiesta que conmemoraba el aniversario de fundación, fechado el 22 de octubre. “Estas competencias toman por ciertos los estereotipos de belleza impuestos hegemónicamente y colocan a las mujeres como objeto de exposición”, indicaba el texto, acompañado por el apoyo de Madres de Plaza de Mayo, el Colegio de Psicólogos y Trabajadores Sociales y más de mil firmas.
“A la Reina no se la elige sólo porque es linda, sino también para que represente a la ciudad. El concepto de belleza es muy amplio y va mutando con el tiempo: las indígenas se pintaban y se colgaban collares, lo cual nos dice que hay antecedentes remotos de las mujeres por ‘embellecerse’. Entiendo que hoy las cosas son distintas y tal vez podría evaluarse a la belleza a través de la inteligencia”, le dice a Perfil.com Nora Ferreira, Reina de Villa Gesell en 2001.
“Estoy completamente de acuerdo y me parece una excelente decisión, ya que creo que el fin del concurso se desvirtuó completamente”, agrega a este medio Martina Cantale, Princesa vigente. “A nadie le importa ya representar a la ciudad desde un lugar hermoso, sino simplemente ser elegida como “la más linda”, lo cual genera envidia, bronca y sentimientos nada positivos entre quienes no lo logran. Ser tratada por una simple imagen no tiene nada que ver con el respeto que, como mujeres, le estamos reclamando a la sociedad”.
Uno de los casos más emblemáticos fue el Priscilla Kletzel, Reina de 2011, quien denunció públicamente daños psicológicos. “Maltratos tras maltratos, mentiras y muchísimas cosas más fue lo que viví durante mi maldito reinado. Fueron más veces las que lloré que las que reí”, dijo Priscilla en su momento. Hoy, consultada por Perfil.com, resume: “Me da un poco de pena que saquen la elección, aunque últimamente nadie le daba importancia a eso, así creo que a la gente le da lo mismo”.