Los pasillos de la Villa 31, dibujados con plastilina y lujo de detalles sobre un enorme retablo desplegable, invitan al espectador a adentrarse en el universo artístico de Mondongo. Por primera vez, el colectivo que protagonizan Juliana Laffitte y Manuel Mendanha –y que cobró fama mundial tras hacer los retratos de la familia real española, entre otras personalidades– puso manos a la obra para representar en un cuadro el mayor asentamiento de la ciudad. En la intimidad de su atelier, entre acuarelas y pinceles, reciben a PERFIL para contar el día a día de su nuevo proyecto.
“La 31 es la villa emblemática de la ciudad, la que vemos crecer mes tras mes en altura y dimensiones. Además, tiene un acceso concurrido por gente de todas las clases. Todo eso la hace única”, explica Manuel. Juliana se suma en la explicación de por qué eligieron esta temática para su nueva obra: “Es desolador ver cómo crece de manera abrumadora esa pequeña ciudad”, agrega.
Cuando hablan, Juliana y Manuel –quienes, además de colegas, son pareja– se interrumpen. Discuten. Se contradicen. Suman ideas. “Somos personalidades antagónicas, pero tenemos una unión muy clara en el trabajo”, asegura ella.
Para el retablo de la villa, según cuentan, se inspiraron en la primera pintura al óleo de la historia: Adoración del cordero místico, del siglo XV. Pero hoy la traen a la realidad del siglo XXI y la pintan con plastilina, uno de los materiales que prefieren. “La mandamos a fabricar especialmente, de varios colores, y la mezclamos. Es como un óleo corpóreo, así nos gusta llamarla”, explica Manuel.
Con ventanas que se abren y cierran, su última obra es un políptico que incluye varias escenas y que aún está en construcción. “No sabemos cómo va a terminar, lo vamos discutiendo entre nosotros, a prueba y error”, agregan.
En el sector central, la Villa 31 se despliega como en una escenografía: los protagonistas son los pasillos de los asentamientos y las construcciones en altura. En el medio se descubren pequeños detalles que ocurren en simultáneo dentro del cuadro: desde un niño vestido de Superman, las ventanas que muestran la intimidad de los hogares, hasta un enorme pozo en plena calle –un elemento que se repite en varias obras de Mondongo–.
“Jamás damos explicaciones de lo que significa, porque queremos que esté abierto a interpretación. Pero claro que con estos cuadros estamos expresando ideas y generando preguntas”, señala Juliana.
En el retablo de la Villa 31 trabajan hoy más de cinco personas, entre otros artistas del taller.
Durante el diálogo con PERFIL cuentan los detalles de cómo emprendieron este trabajo. Para empezar, sacaron fotos del frente de la villa de Retiro, desde donde se vislumbran la plaza principal y los pasillos internos. Después hicieron bocetos en computadora, dibujaron y discutieron ideas. “Lo que buscamos es dar perspectiva, que se note la pluralidad”, aclaran.
Contrastes. No es la primera vez que Mondongo pinta asentamientos urbanos. Otro de sus retablos, que integraba villas de distintas partes del mundo, terminó en una galería de Dubai y se vendió a una de las sheikhas de Abu Dhabi. “Nos tomó por sorpresa. Nosotros no habíamos viajado, pero nos dijeron que ella tenía una fundación de ayuda a los niños y le interesaba comprar la obra”, cuentan, divertidos, los Mondongo.
Algo similar les pasó hace más de diez años, cuando llegó el inesperado encargo de hacer retratos para la familia real española. “Eramos muy chicos y aceptamos enseguida. Sólo cuando nos llegó el pedido de explicación conceptual vimos que había una cuestión muy seria detrás”, señala Juliana.
Finalmente, enviaron retratos de los reyes fabricados con más de 20 mil vidrios, en irónica alusión a los espejitos de colores que los conquistadores trajeron a América. “Pero la explicación que dimos fue que el pueblo español se veía reflejado en su realeza”, recuerdan.
Su último gran trabajo, inaugurado durante la Bienal de Performance, es una réplica a escala humana del Salón de los Espejos de Versalles, que juega con las dimensiones.
Pero, luego de retratar el lujo, los Mondongo no tienen problema para encerrarse en su taller de Palermo y experimentar con la villa. “Nos gustan los cambios. Además, la Argentina es un foco de temas infinito. Siempre que tuvimos la posibilidad de ir a vivir afuera, decidimos quedarnos”, concluyen.
Materiales alternativos
Desde 1999, el colectivo de artistas argentinos Mondongo irrumpió en los círculos artísticos internacionales con exposiciones en Estados Unidos, España y Emiratos Árabes, entre otros países. En un principio el grupo estaba integrado por Agustina Picasso Juliana Laffitte y Manuel Mendanha. Hoy son estos dos útimos quienes quedaron a cargo del proyecto. La producción en equipo es uno de los sellos distintivos del grupo, y sus obras se distinguen por la excentricidad de los materiales, como carne, galletas, chicles o caramelos.
Entre sus obras más reconocidas se cuentan el retrato de Eva Perón confeccionado con panes, el del escritor Rodolfo Fogwill -amigo íntimo de Mondongo- con hilos, los retratos de Juan Carlos y Sofía, los reyes de España con vidrios, y la serie de calaveras formadas con plastilina.
Recientemente inauguraron en el barrio de Palermo su propia “vidriera”, en el marco de la Bienal de Performance, que será un espacio para interactuar con artistas de diversas disciplinas.