Hay colegios que no vale la pena incluir en el currículum. Hay otros que sí. Son los colegios marca, el horizonte aspiracional de los consumidores en la góndola educativa. Su mención dice algo de sus egresados. Contagia su identidad al ex alumno.
No son muchos esos colegios: no más de diez. Los colegios marca son los colegios de las élites, tanto de las élites meritocráticas al estilo de la del Nacional Buenos Aires, como de las élites sociales de los colegios bilingües de alta gama, premoldeadas antes de entrar al colegio, donde se consolidan.
El Colegio Northlands está entre estos últimos. Y Máxima Zorreguieta es su referente de marca.
El “acabado fino” que aporta el Northlands a sus alumnos pasa primero por el tuteo con un cierto grupo social. La red.
La confesión religiosa no es un filtro, y por eso el Northlands es “más abierto”. Su red conjuga valores más “diversos” que los colegios de élite religiosos. Los filtros son otros. La capacidad económica para afrontar cuotas altísimas y rituales sociales de lujo es clave. Y en el mismo plano de importancia, otro mecanismo de exclusión: el conocimiento previo de esa red social que en el caso del Northlands anuda a una alta burguesía local con los ejemplares residuales de una aristocracia vernácula en franca retirada y finalmente, con una clase media alta de profesionales en ascenso. El Northlands refuerza pertenencias. Se entra al colegio como a un club privado.
Aunque desde 1995 es un colegio mixto, la identidad de marca del Northlands se consolidó en su etapa de colegio de niñas.
Lejos de proponer futuros de madres y esposas y la vida profesional en un segundo plano, la marca Northlands vende otras ilusiones. Autonomía. Independencia. Osadía frente a los mandatos tradicionales. Espíritu competitivo. Excelencia académica, garantizada en parte por el Bachillerato Internacional, y cifrada en un menú refinado de experiencias educativas. Calle global.
Las ex alumnas del Northlands juegan a la independencia total, o fingen jugar bajo el amparo de padres o matrimonios bien pertrechados económicamente.
La única política que por el momento ha dado el Northlands es María Eugenia Estenssoro. Porque en general sus egresadas construyen sus carreras profesionales en el sector privado. En ese punto Máxima es la graduada perfecta. Profesional universitaria, con fogueo internacional y consagración profesional en el mundo financiero, todo atado al mismo tiempo a matrimonio de élite. Un aprovechamiento al máximo de las posibilidades que le dio el colegio y su red. En definitiva fue una compañera del Northlands, Cynthia Kaufmann, la que le presentó a su futuro príncipe.
* Periodista especializada en educación de las élites, autora de La educación de los que influyen (Editorial Su-damericana) y de Los colegios del éxito, en proceso.