Fiel a su estilo, la semana pasada el papa Francisco denunció que algunas iglesias se convierten en “casas de negocios” cuando cobran por los sacramentos, y sin dudarlo lo calificó de “escándalo”. “Cuántas veces entramos en una iglesia, aún hoy, y hemos visto la lista de los precios para el bautismo, la bendición, las intenciones para la misa. Y el pueblo se escandaliza”, sostuvo Bergoglio en uno de sus encuentros con los fieles.
En la Ciudad de Buenos Aires, los precios para los casamientos, por ejemplo, pueden superar los cinco mil pesos, y en muchos casos se presentan como requisitos en las webs de los templos. Las flores, por lo general, son un gasto que se cobra aparte. Y si bien esas tarifas se convierten en donaciones y es la forma en que las iglesias justifican su mantenimiento (además de la alfombra, la iluminación, el órgano y la decoración que aportan a cada ceremonia), hay quienes no lo ven con buenos ojos. Los párrocos que acompañan las palabras de Francisco creen que mejor sería que haya una contribución voluntaria. Aunque todos sostienen que a nadie se le niega el sacramento.
“Este tipo de ofrendas representan la posibilidad de mantener el edificio y la vida parroquial. Hay que pagar los sueldos de las personas que trabajan, porque la iglesia no recibe ningún subsidio. Todo lo que recibe son de las ofrendas, de las colectas de misas y de las contribuciones voluntarias”, explica el padre Gustavo Boquim, párroco de la Iglesia del Socorro, en Retiro, una de las más requeridas. Allí se pide el equivalente a cuatro cubiertos de la fiesta, sin importar si el evento se hace en el Hotel Alvear o en otro mucho más modesto. Con eso sostienen un hogar para niños y albergues para gente en situación de calle. Las flores y la música son aparte, y suponen casi $ 2 mil más.
La Basílica del Santísimo Sacramento en Retiro es otra de las más requeridas por las familias tradicionales. Y una de las más caras: casarse allí sale $ 4.300, a lo que hay que sumarle otros $ 4.300 para las flores, gasto que se divide entre todas las parejas que se casen ese fin de semana. Allí fue la boda de Valeria Mazza y Alejandro Gravier.
En la Iglesia San Ignacio Loyola, de San Telmo, también piden un equivalente según la magnitud de la fiesta, que en el caso de familias muy tradicionales puede representar el mismo costo de una mesa de diez personas (si hacen fiestas en el Faena o en el Palacio San Miguel). Aclaran que para una pareja más humilde el requisito no es el mismo. Allí se casaron, entre otros, el gobernador bonaerense Daniel Scioli y Karina Rabolini. Otras de las iglesias más solicitadas para casamientos son Santa Elena (Palermo), San Nicolás de Bari (Retiro) y San Benito Abad (Belgrano).
A voluntad. “Si bien entiendo el costo de flores y música, no me parece bien que te cobren el sacramento o la iglesia. Podría existir una contribución que salga de los propios novios, pero no un costo fijo. Cuando yo me casé era la única ese fin de semana y no me cobraron nada, me pidieron una colaboración que corría por mi cuenta hacerla o no”, cuenta Candelaria, que se casó el año pasado en zona norte. Así se manejan varias iglesias, como la Natividad de María, de Barracas. Juan Gabriel Arias, párroco del lugar, dice: “Las que cobran son iglesias que son muy requeridas. La normativa general es no cobrar. Y cuando estuvo Bergoglio como obispo de Buenos Aires bajó esa línea. Algunos lo cumplían y otros no”.