Cuando el publicista Sergio Pollaccia y su mujer y socia Angie Dellara estaban buscando un productor audiovisual para incorporar a su agencia, la búsqueda no se resolvió a través de una consultora de recursos humanos, sino en la terraza de una casa, en un asado familiar de domingo: Roxana Silva, ex mujer de Pollaccia y madre de sus dos hijos, fue la elegida. A partir de allí, los tres conforman la cabeza creativa de un emprendimiento familiar, Amen, al que ellos llaman su “empresa ensamblada”.
¿La razón? Muy simple: “¿Qué mejor que poder trabajar con gente de tanta confianza como la madre de tus hijos y tener como socia a tu actual mujer?”, dispara Pollaccia, que asegura que, aun ante la mirada extrañada de terceros, la idea de “ensamblar no sólo la familia sino también la empresa salió natural, porque lo que más se necesita en una empresa familiar es alguien de extrema confianza y no de conflicto. Y eso, para Angie y para mí, era Roxana”, agrega.
El caso de ese trío laboral no es único. El periodista y comunicador Claudio Destéfano también logró amalgamar con éxito su modelo de “los tuyos, los míos y los nuestros” en Dbiz, su empresa de contenidos y networking corporativo y marketing deportivo, y fue un paso más allá: no sólo trabaja con su mujer, Reyes Martín –con quien tiene dos hijos chicos–, y también con Angeles Ravier, su ex mujer, sino que también sumó –en distintas etapas– a sus hijos mayores, Carolina y Martín, a su emprendimiento. “Fue por una necesidad, porque manejamos una base de datos muy sensible –para lo que necesito alguien de extrema confianza– y Angeles quería volver a trabajar después de que nuestros hijos crecieron. Entonces, dividimos tareas: ella trabaja, a distancia ahora, con esa responsabilidad; y Reyes y yo, con áreas específicas, juntos en nuestra oficina en casa. Las reuniones las hacemos por Skype. Y durante un tiempo, en el área administrativa –que depende de mi actual mujer, Reyes– se incorporó mi hija mayor, Carolina. Hoy, Martín también sigue con nosotros y es, entre otras cosas, community manager”, resume Destéfano.
Desafíos. Si bien para los demás muchas veces resulta difícil pensar cómo, tras disolverse los vínculos de pareja, se puede seguir manteniendo una buena relación laboral, para los expertos esto es posible porque “los tiempos han cambiado. Al tratarse de una situación cada vez más habitual, el entorno no sólo se adecua, sino que además debe empezar a ser parte de este tipo de situaciones”, explica la socióloga Manuela Gutiérrez.
Para quienes generan estos vínculos, las ventajas superan ampliamente las desventajas, que también existen. Lo primero, dicen, es tener claros los límites y haber resuelto no sólo los temas económicos de la separación, sino sobre todo los de confianza. “Para incorporar a un ex como tercera pata en un vínculo laboral es muy importante tener afianzado el vínculo de confianza en el otro, y manejar sobre todo el tema de los celos, que puede aparecer y generar incomodidad”, señala Laura Orsi, psicoanalista experta en vínculos y miembro de APA.
El trío integrado por Pollaccia, Dellara y Silva lo tiene claro: “Aunque no son amigas, ellas lograron una muy buena relación: tenemos reuniones de equipo muy intensas y superdivertidas, e inevitablemente, cuando yo digo algo, siempre hay algún momento en el que se miran y se complotan contra mí”, ríe Pollaccia. “Una cosa es decir ‘tengo la mente abierta’ y otra cosa es practicarlo, desafiando el qué dirán. Descubrimos que no es algo tan complicado y alocado de hacer como parece visto desde afuera”, opina Dellara, su mujer. Y su ex agrega: “Cada uno respeta su lugar y trabajamos libremente. Los aportes que podemos hacer cada una se toman en cuenta y hacen que el trabajo se potencie y la relación crezca. Hay que tener los límites muy claros en lo personal y lo laboral”.
Para Destéfano, más allá de la satisfacción que le da que sus cuatro hijos vean cómo sus madres y su padre pueden trabajar juntos y bien, hay una ventaja adicional: “Reyes y Angeles combinan todo, hasta las vacaciones. Funciona muy bien, porque creamos una plataforma de sentimientos muy buena, y todos nos ayudamos entre todos. Si no la pasáramos bien, mi ex habría renunciado y mi mujer me hubiera echado de casa”, describe.
Sociedades exitosas
Muchas veces, cuando las parejas conforman, además, sociedades laborales exitosas, ese vínculo continúa aunque exista una separación afectiva. Es el caso de Jorge Lanata y su ex mujer Andrea Rodríguez, madre de su hija mayor, Bárbara: además de compartir profesión, Rodríguez fue la mano derecha de Lanata y la responsable de dirigir los equipos de varios proyectos exitosos del periodista, como la revista Veintitrés, la producción ejecutiva de su programa Lanata sin filtro y Periodismo para todos. Recién separados, Alan Faena y Ximena Caminos –que tienen un hijo en común– siguen trabajando juntos en los emprendimientos inmobiliarios de Miami. Y José Alberto Zuccardi y Ana Amitrano comparten puestos gerenciales en la bodega familiar de Mendoza, en la que también trabajan sus hijos. “Tienen que haber conformado parejas con un cierto grado de flexibilidad, pero sobre todo tener resueltos conflictos previos del vínculo entre ellos. Esa es la clave para seguir como socios de trabajo”, dice la psicóloga Laura Orsi.