Desde esta medianoche miles de personas se desplazaron hasta el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, para pedir pan y trabajo o agradecer haberlo recibo, en el marco de la fiesta religiosa en honor del santo patrono de la Providencia.
A las 0 horas, el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Ares, abrió las puertas del templo en medio del tañido de campanas y fuegos de artificio, y luego bendijo a los peregrinos.
Una vez más, la primera persona en entrar al templo religioso fue Delia Norris, la peluquera que lleva más de 30 años recorriendo de rodillas el trayecto desde el pórtico del templo hasta el lugar donde está emplazada la imagen el santo por una promesa que hizo, aunque esta vez, por razones médicas, lo tuvo que hacer a pie. Tras ella, ingresaron un grupo de personas con discapacidad en silla de ruedas.
"Aquí se vive una fiesta de fe, solidaridad, misericordia y esperanza, en la que cientos de miles de fieles acuden a pedir un trabajo o tener un empleo más digno", dijo a DyN el sacerdote Alejandro Vignale, párroco del templo ubicado en Cuzco 150. Los devotos de San Cayetano aguardan desde hace varias semanas en carpas o a la intemperie a pesar de las malas condiciones climáticas para participar de esta fiesta religiosa.
Desde las 4 hasta las 11 horas se oficiarán misas a cada hora, y entre las 13 y las 23, cada dos, desde el altar levantado sobre la calle Cuzco. La misa central de las 11 de la mañana será presidida por el arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Mario Poli.
Al finalizar la celebración eucarística, el purpurado porteño saludará a los peregrinos que hacen dos largas filas: unos para tocar el vidrio que protege la imagen del santo y otros para verlo de lejos. También habrá bendiciones de objetos y se recibirán alimentos no perecederos y ropa para Cáritas parroquial.