En la Argentina 5,6 millones de chicos son pobres, de los que 1,3 están en situación de pobreza extrema, es decir que residen en hogares cuyos ingresos son insuficientes para adquirir una canasta básica de alimentos.
Los datos se desprenden de un informe que difundió UNICEF sobre la pobreza monetaria infantil en Argentina en base a la Encuesta Permanente de Hogares correspondiente al cuarto trimestre de 2016.
El informe advierte que la tasa de pobreza infantil y adolescente aumenta al 85% cuando los chicos residen en un hogar cuyo jefe o jefa está desocupado, y al 65% cuando es un asalariado informal. La precariedad del empleo es clave: una niña o un niño que reside en un hogar cuyo jefe tiene un empleo informal, tiene un nivel de pobreza monetaria 2,4 veces más elevado que uno cuyo jefe es un asalariado formal.
Asimismo, sostiene que las familias con una jefatura femenina están más comprometidas: la pobreza es mayor en hogares donde el sostén económico es una mujer (55,3%).
De esta forma, la radiografía de la pobreza monetaria en la niñez en la Argentina muestra que la pobreza extrema afecta principalmente a mujeres, jefas de hogar, jóvenes, de bajo nivel educativo y con problemas de inserción laboral.
Por otra parte, si se segmenta la población de niños en tres grandes grupos de edad se observa que la incidencia mayor de la pobreza se verifica para el grupo de 13 a 17 años (51%), seguido por el grupo de 5-12 (48%) y 0 a 4 años (45%). Los adolescentes integran la población más pobre del país.