“Me gritan asesino, pero yo soy inocente, y sólo espero demostrarlo”. El adolescente de 17 años que fue detenido y luego liberado acusado de degollar a una maestra jubilada en Junín se resguarda en su casa. Sus padres vigilan sus pasos para que “no lo involucren en nada”, mientras esperan los resultados de las pericias realizadas en la casa de la víctima para que el chico quede “limpio”.
El domingo pasado la Policía allanó la casa de K. F. y se lo llevó detenido. “Ponete las zapatillas y vamos”, le dijeron. Según su mamá, su hijo “no se resistió”.
En la causa, dos testigos apuntaron contra él como el principal responsable de la muerte de Olga Acedo, la maestra jubilada de 72 años que apareció degollada el 15 de marzo pasado. “Ese día estaba en mi casa enfermo. Tenía anginas porque tengo el problema de las carnes crecidas”, asegura el acusado, en una entrevista con PERFIL.
K. F. comenzará mañana un tratamiento con psicólogos y especialistas por su adicción a las drogas, tras un pedido que su madre inició hace meses. “Quiero estar bien, terminar la escuela y poder hacer un curso de plomería para empezar a trabajar”, asegura el chico. “Tengo la conciencia tranquila; soy inocente. No tengo nada que ver y estoy esperando el momento en que todo esto se aclare para salir en todos lados con los papeles y mostrar que no hice nada. Yo no fui”, insiste. “No sé qué tienen en mi contra ni por qué me culparon los que declararon –se pregunta–. Yo estaba enfermo, en mi casa”.
A pesar de que sus padres están separados, Viviana y Eduardo acompañan a su hijo. “Si mi hijo no hubiese estado en casa esa mañana entre las 9 y las 12, en el horario que todos aseguran que ocurrió el homicidio no tendría esta convicción. Yo le cociné, estaba enfermo”, se angustia Viviana y Eduardo, completa: “Si no sabía dónde estaba podría ser sospechoso. No voy a negar que él estaba con malas juntas y que su madre pidió muchas veces ayuda para tratarlo, pero es muy distinto que lo culpen de una muerte, con lo que eso significa, cuando no tuvo nada que ver”.
La familia del chico vive a cinco cuadras de la casa donde apareció asesinada Olga. Sin embargo, ellos aseguran que no conocían a la víctima y que vivir en el barrio se les está haciendo difícil porque algunos vecinos le gritan asesino o murmuran cuando el chico sale a la vereda. “Espero el momento en que pueda sentarme en la vereda con mi ex marido y mi hijo y poder demostrar con orgullo que es inocente. ¿Y qué me van a decir cuando esto pase? ¿Qué me va a decir esa gente que le grita asesino?”.
Tras la muerte de Olga –el segundo asesinato en Junín en apenas seis días– se relevó a la cúpula de la Policía de la ciudad y los vecinos volvieron a movilizarse pidiendo Justicia, como hicieron cuando una semana antes fue asesinada Karen Campos, una joven kiosquera que murió en un asalto. “Junín se está poniendo bravo, hay mucha droga. Pero ahora lo importante es que se sepa quién mató a esta señora para que mi hijo quede limpio y para que esa familia conozca la verdad”, sostiene Eduardo. “Sólo esperamos que no sea un caso más de los que no se resuelven en Junín”.