Las estaciones y los vagones del subte porteño se convirtieron, esta semana, en el escenario para que un grupo de labradores se entrenara para convertirse en perros de asistencia de personas con discapacidad física y de niños con autismo. El jueves por la noche, los instructores subieron por primera vez a las formaciones de la línea H con los animales, que compartieron el viaje con los pasajeros e hicieron combinaciones con las líneas A y D.
El objetivo es que los canes se familiaricen con el entorno del transporte, como los sonidos, los olores, la luz, las escaleras mecánicas y los ascensores, y que así puedan guiar a sus amos en los viajes. El siguiente paso será llevarlos a los trenes de la línea Urquiza.
En abril próximo, estos perros entrenados serán entregados por la fundación Bocalán, la encargada de los animales, a quienes los necesiten. “Son una ayuda técnica, no mascotas, y por eso tienen acceso a los espacios públicos. Mejoran la calidad de vida y la autonomía de personas con discapacidad”, señala Margarita Ziade, psicomotricista y directora de la fundación.
“Ayudan a abrir puertas, a vestir, a prender luces, alcanzan objetos y saben transferir a los amos de la silla de ruedas a la cama. También, en el caso de los niños con autismo, colaboran en la seguridad vial. Como los chicos tienden a escaparse, los perros se entrenan para usar un chaleco unido a un arnés, y cuando sienten la tensión de que el niño está tirando, se sientan”, explica.
Además del subte, hoy los perros también se entrenan en distintos ámbitos públicos, como los shoppings Abasto y Patio Bullrich, algunos restaurantes, cines, teatros y la vía pública.