A principios de este año, Silvia Galarza, directora de la Escuela Técnica Nº 1 de Talar, decidió transformar uno de los seis baños de la escuela en uno de uso mixto: sabía de situaciones de burla y discriminación que sufrían algunos chicos por su condición sexual, por lo que decidió hacer algo. “Hace tres años que trabajamos mucho con la diversidad de género. Luego de charlar con alumnos y entender las situaciones de conflicto, burla y discriminación que se venían dando con los chicos gays o las chicas lesbianas decidí hacer el baño mixto. Es una escuela técnica donde los chicos pasan muchas horas, y algunos no iban al baño en todo el día”, explica Galarza.
Y si bien la queja de una madre hizo que en mayo la Dirección General de Escuelas obligara a cerrarlo, ahora se está debatiendo el tema y hay un proyecto para remodelar y hacer mixto otro baño para el año que viene. “Lo bueno de esto es que se generó el debate y se está discutiendo adentro, la posibilidad existe”, admite.
Para Silvia Maddaleno, especialista del área de diversidad sexual del Inadi, que una escuela pública impulse iniciativas de este tipo ayuda a que a futuro haya “niños y niñas que empezarán a crecer en el nuevo paradigma que rompe el binarismo de género para ampliar el concepto a la simple expresión de género y sexualidad humana”.
Cambio cultural que en el mundo busca ampliarse cada vez más, y que en el país, de hecho, ya cuenta con iniciativas similares en ámbitos educativos: en 2012, la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata instaló el primer baño mixto, y el año pasado hicieron lo mismo las facultades de Ciencias Políticas de las universidades de Rosario y de Cuyo. En la provincia de Buenos Aires, en la escuela San Simón, de La Plata, también hay baños de uso común para el nivel inicial.
“La iniciativa la trabajamos y debatimos con los estudiantes antes de presentar el proyecto al Consejo Directivo, donde fue aprobado por unanimidad. Ahora la mitad de los baños de la facultad son sin género”, dice Claudia García, decana de Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Cuyo. “Desde su implementación monitoreamos su funcionamiento y no ha habido problemas, al contrario, nos sentimos orgullosos de avanzar en medidas de inclusión, y este año también hemos tenido ingreso de estudiantes trans”, agrega.
El área de género de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario replicó la medida en uno de los cinco núcleos sanitarios del edificio.
“La experiencia fue muy buena. Y al interior de la facultad no fue polémica, estuvo naturalizada desde el principio”, aporta el decano Franco Bartolacci, y explica que la decisión tuvo una doble intención: desde lo edilicio, garantizar la inclusión y los derechos de los estudiantes; y desde lo simbólico, visibilizar debates que aporten al cambio cultural. La idea es luego ampliarla al resto de la facultad.