Olga Leiva es la dueña, junto a su marido Osvaldo, de Tortas Bebu y Palo, la que ella llama “la primera de mi futura cadena de pastelerías”. Aunque dice que su principal fuente de inspiración es ahora “chismosear recetas por Youtube”, estudió pastelería en el Instituto Gato Dumas.
Desde hace siete años, hace y vende tortas a sus vecinos cuando hay eventos: cumpleaños, casamientos, bautismos, “lo que nos pidan, aunque yo siempre sugiero para ir agregando opciones”, cuenta.
El local, que funciona debajo de su casa abrió hace cuatro años, cuando los pedidos superaron la cantidad de tortas que podían hacer en el horno y con la batidora de su casa: “Siempre estábamos buscando algo propio para hacer y no se nos ocurría qué, pero, al mismo tiempo, nosotros hacíamos las tortas para todos los festejos de amigos y familiares. Un día pusimos un cartelito en otra casa y ahí no paró: nos empezaron a pedir más cosas. Teníamos sólo una forma de torta y un tamaño, y tuve que empezar a crear. Como el local había sido antes una casa –debajo de la nuestra–, no me gustaba como estaba. Lo tiramos abajo y armamos una cocina más profesional, como una industria”, explica.
La energía de Olga la llevó a conocer a Belén, su mentora en Pacto Emprendedor, para que la ayude en su estrategia de comercialización, pero como su negocio –que ahora tiene página de Facebook– “ya lo teníamos bien organizado”, le ofrecieron convertirse en mentora de otros vecinos para la próxima etapa del programa. “Estoy viendo si me da el tiempo”, dice, “porque ahora estamos buscando abrir una sucursal en el barrio, que es grande. Soñamos con abrir otro afuera, también, pero tenemos que estudiar bien el mercado”.