SOCIEDAD
lujan, a una semana del desastre

Expertos proponen relocalizar los barrios privados para terminar con las inundaciones

Investigadores estudian las urbanizaciones privadas en zonas húmedas. La mudanza sería compleja, pero parece la única opción ante la falta de obras.

Drama. Durante los últimos años explotó la construcción en Luján, donde ya hay más de 70 nuevas urbanizaciones. Según los especialistas, dificultan el escurrimiento del agua.
| Telam

Pasó más de una semana del fatídico inicio de las lluvias que dejaron la ciudad de Luján bajo el agua, con miles de evacuados, daños en toda la zona e incluso dentro de la Basílica. Y si bien fueron varias las localidades afectadas, como La Matanza y Esteban Echeverría, en la ciudad de los peregrinos el avance del río Luján fue de los más graves de su historia.

El jueves 30 de octubre superaba los 5,30 metros, y el agua llegó a la cripta de la iglesia. Sólo ese fin de semana habían llovido 125 mm, cuanto lo esperado para todo el mes eran 108 mm. El descenso del río fue lento y complicó la vuelta a los hogares de los cientos de evacuados.

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PERFIL consultó sobre el tema a investigadores que puntualizan los factores que complican la zona de humedales y provocan las inundaciones.

Con la experiencia de La Plata, en abril del año pasado, Pablo Romanazzi, ingeniero y docente de la universidad nacional local, investigó las causas de lo ocurrido allí y comparó la situación con Luján. Sin dudar, señala que “la lluvia no es la única responsable. Nuestro trabajo es buscar la jerarquía de los factores que la provocaron. Aunque también se necesita un trabajo de prevención y control del clima más específico. No hay inversión en eso, y lo ocurrido en Luján era más previsible que lo sucedido en La Plata”, explica.

Romanazzi asegura que la cantidad de agua que cayó, sumada al alto nivel de las napas y a la presencia de la sudestada, produjo un efecto tapón. “En esta época del año es común este tipo de lluvias fuertes, y no hay trabajo de contingencia para prevenir el mayor daño posible. Y si bien la probabilidad de que se repita algo como lo que ocurrió en Luján es baja, no se debería jugar con el azar. Las teorías de que se repite cada diez años no siempre funcionan en la práctica”, añade el ingeniero. Y remarca que sobre la cuenca baja del Río Luján hay 65 emprendimientos privados que afectan directamente a las zonas lindantes.

Sobre eso, la geógrafa Patricia Pintos, quien investiga los efectos del urbanismo privado, dice que “hay una sucesión de emprendimientos que afectaron los patrones de escurrimiento, que serían uno de los elementos más fuertes en la explicación de las inundaciones de los últimos años”.

“El río funciona como sistema y si generás interferencia ocasiona complicaciones. La urbanización cerrada en una zona de humedal es un error. Justamente los humedales son para amortiguar las lluvias y el crecimiento del río”, dice Pintos.

En zonas como Pilar, Escobar y Tigre es donde más desarrollo inmobiliario se generó. Según Pintos, “el modelo Nordelta es un ejemplo de lo que no deberían haber permitido. Como negocio inmobiliario ofrecen viviendas en aproximación al río Luján, y para que la vista sea mejor le suman lagunas artificiales.

Rellenan con tierra los terrenos sobre la zona húmeda, lo que modifica la topografía, la flora y la fauna. Esto tiene consecuencias sobre el escurrimiento del agua; entre la que cae, la que subyace del río y la que se acumula y no puede drenarse”, detalla. Como solución al problema existente, aconseja “relocalizar los emprendimientos”, como sucedió en otras partes del mundo (ver aparte) aunque reconoce que sería “complejo”.

“Se debería realizar un estudio de impacto ambiental e hídrico a la hora de habilitar un urbanismo. Estas zonas son humedales que no tienen las condiciones para ser habitadas. Ahora la coyuntura se resuelve con inversión de infraestructura que no hubiera sido necesaria si la política de gestión territorial hubiera sido más sustentable”, finaliza.

Anticipo. En 2011 un grupo de vecinos asesorados por ingenieros escribieron una carta y la enviaron a la Presidenta y a la Gobernación. En ella anticipaban los desastres naturales que podían ocurrir en Luján a partir de la proliferación de emprendimientos privados y la falta de obras. “Las parcelas donde se pretende realizar una megaurbanización son una zona de desagüe natural”, decía el escrito.

“Se debe ser más riguroso con la planificación”. Marcelo García es ingeniero en Recursos Hídricos y dirige hace más de veinte años el laboratorio Ven Te Chow en la Universidad de Illinois, Estados Unidos, participó en desarrollos en Chicago y en las mejoras del arroyo Maldonado.

PERFIL le consultó sobre si existe alguna solución para lo ocurrido en Luján y dijo que “hay obras específicas que pueden aplicarse y recuperar una cuenca que está perdiendo su forma”.

“Se debe rediseñar la ciudad en algunos aspectos. Es posible aplicar –como se realizó en Chicago– túneles, de 160 km de extensión, que se habilitan cuando el agua demora en drenar. Se la puede enviar allí para mantenerla como reservorio y evitar que afecte a los habitantes”, explica. “Otra forma es aplicar como un bypass; el agua que ingrese al túnel se desvía a otra parte del río. Lo que no se puede hacer es detenerla una vez que está allí”, dice, seguro de que los sistemas de cincuenta años atrás ya no funcionan debido al constante cambio climatológico.

“Todos quieren vivir al lado del río, pero tiene un costo elevado. En Chicago, a los barrios con lagunas artificiales se los obliga por ley a que funcionen como contenedores de agua, que a su vez drenan y evitan desbordes. Se debe ser más riguroso con la planificación urbana y con las consecuencias que provoca”, finaliza.