Después de muchos años, los Yoma tuvieron un motivo de festejo. Y el que más disfrutó la ocasión fue Emir. No era para menos: la que se casaba era su propia hija, Yanina. Fue en Mendoza, con una fiesta interesante, aunque sobria, lejos de las brutales celebraciones que abundaron en la década del '90.
Cerca de 300 invitados bailaron hasta la madrugada en la Bodega del 900, uno de los salones más pintorescos de la zona, ubicado en Gauymallén, a unos 5 kilómetros de la capital mendocina. El casamiento fue por civil y luego llegó la fiesta, sin ceremonia religiosa, porque el novio, el abogado local Luciano Ortego, es católico. Los novios se conocieron en la tierra del buen vino, donde ella estudia desde hace años. Por eso la noche tuvo una clara mayoría mendocina.
El cupo riojano fue cubierto con amigos y familiares de Yanina –a quien todos llaman Lidian–, entre quienes se destacaban claramente Zulema y Zulemita, ambas de verde, aunque el vestido de la más joven (algunos aseguraban que era un Versace) despertó más elogios. Ambas llegaron a la provincia con el pequeño Luca, y con niñera incluida, y aprovecharon para pasear por el centro antes de la fiesta, aunque Zulema estaba algo asustada por la inseguridad en la ciudad cordillerana.
Zulemita, en cambio, estaba más preocupada por la caída en las ventas de sus camionetas, pero con muy buen ánimo aceptó los muchos pedidos de los invitados para fotografiarse con ella. Otra prima llamó mucho la atención por su parecido con Zulemita, al igual que sorprendió el trabajo que el tiempo ha hecho sobre Emir, a quien pocos reconocían. El menú combinó kepis y cerdo, con vino en abundancia, como corresponde a toda celebración cuyana.