Suenan las flautas en Villa General Belgrano. Mozart está vivo otra noche más y los locales, los turistas, lo saben. Melodías complicadas, pegadizas y familiares vibran en el aire, y el silencio o el asombro forman parte de los que se detienen a escuchar. El aplauso es ciclotímico: le gusta ser espontáneo y hacerse desear. El espectáculo finaliza satisfecho. Mozart, que ahora se llama Federico Giansante, toma aire y dice: “creo con mucha fuerza en llevar la música clásica más allá de los teatros y salas de concierto, donde me gusta mucho tocar. Por eso inventé esta idea con la que los invito a colaborar”.