Pero envejecer ya no es lo que era. Los avances de las tecnologías médicas incrementaron la expectativa de vida y en Occidente, “el poder gris” –los adultos entre 60 y más de 70 años, identificados por el color del pelo– cada día ejerce mayor presión política, económica y social, y se ha convertido en un inesperado y creciente segmento en el mercado de consumo.
Fue la revista británica The Economist la que a principios de este año encendió la luz roja: el número de personas de 65 años, que en raras ocasiones alcanzó al 2 o 3 por ciento de la población del planeta, representa ya el 15 por ciento, y en 2050 superaría el 30%. Las causas, aparte de la longevidad, son tres: el aumento de los jubilados, que se acentuará hacia el final de esta década, cuando la generación de los baby boomers, nacidos entre mediados de los 40 y 1960, comience a retirarse; la caída en las tasas de natalidad y el nacimiento de menor cantidad de mujeres, sólo compensada por el aumento selectivo de la inmigración.
Argentina envejece. El fenómeno tiene su correlato en nuestro país: un informe del INDEC, que analiza los datos obtenidos en los dos últimos censos nacionales y los registros de nacimientos y defunciones, proyecta que para la próxima década el porcentaje de menores de 14 años descenderá de 27,7 a 24 (2015). Asimismo, las personas de 65 años o más aumentarán en el mismo período del 9,9 al 10,9 por ciento. Y para 2050, según la ONU, en el país el primer grupo se reducirá hasta el 19,7 por ciento, y el segundo crecerá al 23,4 por ciento.
Pero, sin dudas, el desafío clave que deberá afrontar el país es el de la seguridad social. En el modelo de reparto, los activos sostienen a los pasivos, y el interrogante es qué sucederá ante estas variaciones, en las que por el descenso de la fecundidad ingresan cada vez menos activos al sistema, a reversa del número de jubilados, que aumenta.
Entre 1991 y 2001, el porcentaje de adultos con jubilación y pensión disminuyó del 75 por ciento al 70. “Hay que atender el grado de informalización del mercado laboral. Será necesaria una revisión, para no expulsar de la seguridad social a cantidad de gente grande”, dice Enrique Peláez, ingeniero y demógrafo del Conicet.
La edad media de la población aumentará más de 10 años entre 2010 y 2050 (de 27,8 a 38,5 años). Entonces, del total de los habitantes (proyectado en 54,5 millones de personas), el 19,7 por ciento tendrá 14 años o menos; el 56,9 por ciento estará entre los 15 y 59 años; y un 23,4 por ciento superará los 60 años. A esto se suma el incremento en la esperanza de vida: para alguien nacido entre 1950 y 1955, el indicador era de 62,5 años, y para el quinquenio 2045-2050, llegará hasta los 80.
Negocios son negocios. Los baby boomers norteamericanos son reacios al cambio pero, con un poder adquisitivo de dos billones de dólares, han hecho que los publicistas echen el ojo a los 78 millones de estadounidenses de más de 60 años. Están bautizados: son “el poder gris”. En CCR, los analistas de consumo locales dicen que los empresarios minoristas recién se están enterando de que los sesentones de hoy no son los de antes. “Si los comerciantes pierden de vista este dato, estarán en problemas.”
Enrique Gil Calvo, sociólogo de la Universidad de Barcelona, vaticina: “Se va a producir una auténtica revolución cultural; va a emerger un nuevo estilo de vida, adoptado e impuesto por las personas mayores, que, lejos de avergonzarse por su edad, enarbolarán orgullosamente la bandera del poder gris. La tercera edad, que no tributa en la idea del poder gris, que no es un retorno a la infancia. El poder gris es activo”.