La explosión en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Río Cuarto podría haberse evitado si las autoridades hubiesen escuchado las advertencias que algunas personas hicieron respecto al peligro que implicaba el almacenamiento de hexano, un material altamente inflamable.
El joven investigador Dean Fernández, testigo del desastre, declaró a la prensa que, días atrás, personalmente había advertido a un empleado del laboratorio que ese material no podía estar dentro de un galpón cerrado, que era “ una bomba de tiempo”. La respuesta que recibió fue que no tenían donde guardar el producto y que “desde hace cinco años” reclamaban a las autoridades mejores condiciones, pero que no les daban "bolilla”.
"Hubo negligencia. Este producto debería haberse almacenado al aire libre o en un depósito adecuado, con ventilación suficiente”, señaló Fernández, según consignó La Voz del Interior.
Fernández indicó que la persona del laboratorio a la cual le había advertido de la peligrosidad del hexano se encuentra ahora internada en grave estado.
Sobre la explosión, el investigador detalló que "fue un accidente".
"Estaban levantando un tacho de hexano con una grúa y se les cayó. Escuché un ruido fuerte, salgo afuera del laboratorio y veo que empieza a derramarse y a volatilizarse este líquido. No me di cuenta de gritarles a los demás, salí corriendo a pedir ayuda porque sabía que era muy inflamable”, contó.
Fernández relató que desde hace “aproximadamente 15 días” había entre 12 y 15 tambores con hexano en la planta piloto. Al ser alcanzados por las llamas habrían originado las explosiones en cadena.
El investigador dijo que, antes de la tercera detonación, él ya estaba en la dirección de Salud, en el otro extremo del campus, donde pidió que llamen ambulancias.
Por su parte, las autoridades universitarias dijeron desconocer el trabajo con material inflamable en la planta piloto. Hace dos años estalló un horno incinerador en una de las facultades y se creó una comisión con presupuesto especial para evitar riesgos.