La cárcel de La Plata, una de las más antiguas de Buenos Aires, esconde entre sus muros miles de historias. De allí, escapó camuflado el múltiple asesino, Eduardo Robledo Puch, y también saltó a la fama “la Garza” Sosa, el afamado ladrón de bancos que anudó las sábanas de su celda para descolgarse del enorme paredón y recuperar su libertad. Allí, está detenido ahora Carlos Emanuel Burgos, el joven de 18 años acusado de balear a Carolina Píparo en la salidera del 29 de julio.
En la entrevista con PERFIL –la primera que brinda uno de los siete sospechosos–, Burgos se muestra sereno. Está aislado en una oficina del ingreso principal al penal. Saluda. Pero no se presenta. No es necesario. Sabe que su nombre corrió por todas partes, pero no titubea frente a las acusaciones. Recalca su inocencia y desafía: “Me involucran porque la Policía me odia”.
—¿Dónde estaba el jueves 29 de julio a las 11 de la mañana?
—En mi casa, durmiendo. Hacía una semana que había salido en libertad condicional. Estaba con mi mamá y mi hermanito cuando llegó la Policía. Yo me levanté de la cama y salí a la puerta. Le pregunté al oficial qué necesitaba y me dijo que lo tenía acompañar a la comisaría. Pero mi mamá le respondió: “El no va a ir con ustedes a ningún lado; él va a ir conmigo”.
—¿No sabía por qué lo buscaban?
—Me enteré bien al otro día, cuando fui a fiscalía. Pensé que era un trámite porque estaba con la condicional.
—¿Cómo era su relación con Juan Calvimonte, el acusado de reclutar a los jóvenes que atacaron a Carolina?
—No lo conozco. No sé quién es.