Sergio Opatowski reapareció en Ravignani 2360. Regresó al lugar donde atacaron a Angeles Rawson, asesinada el 10 de junio pasado y tirada a la basura. El “padrastro” pasó su primera noche en el departamento de la planta baja donde vivía la familia. Tras varias semanas de silencio, volvió a hablar a los medios. “No nos entra en la cabeza que haya sido (Jorge) Mangeri”, dijo en referencia al único imputado por el crimen.
“No lo podemos vivir como algo normal o como posible. Siempre fue una persona macanuda. Siempre bien. Si hubiese sido un ajeno, uno puede pensar: ‘Qué mal tipo éste, métanlo preso’, pero era un conocido de hace once años. No lo podemos digerir. Era un buen tipo, tenía su carácter, pero como lo tiene todo portero. Ahora, que cumpla con la Justicia. Cuando se conocieron los resultados de ADN, nos preguntamos: ‘¿Qué le pasó a Jorge?’”, reflexionó Opatowski. “No sé si podría decirle algo si lo cruzara en la calle. Si fue él, que la Justicia haga lo que tenga que hacer. Yo dudo. Hay muchas pruebas, lamentablemente, en su contra. Me cuesta bajarle el martillo, creo que hay que hacer más investigaciones”, argumentó.
Días atrás, un video mostró a Opatowski en un banco a la hora del homicidio y lo dejó fuera de toda sospecha. “La familia está bien, mi mujer (María Elena Aduriz) está bien resguardada en la fe y con su familia. Ella quiso salir de los medios porque se sentía muy aturdida. Yo puedo dar la cara porque estoy más tranquilo, y para resguardarla”, detalló sobre su presencia en el edificio y frente a las cámaras. “Se dijeron muchas cosas y no las desmintieron, y cuando las escuchamos decidimos no hablar más, salir de la escena y que después salga a la luz lo que tenga que ser”. Mientras hacía declaraciones a la prensa, un hombre le gritó “asesino”. El se defendió a los gritos y con insultos.
A diferencia del resto de la familia, Opatowski no declaró en sede judicial. “No declaré porque habrán pensado que no tenía que declarar. Si me hubiesen llamado, hubiese ido”, dijo al respecto. Sin embargo, detalló sus movimientos la mañana que desapareció Angeles. “‘Acordate que tenés que comprar el café’, fue lo último que me dijo. Después fui al banco y a hacer algunas cosas con mi madre. Después, pasé a comprar por el supermercado chino”, aclaró frente a los medios. Cuando desapareció, “Mangeri nos preguntó qué había pasado. Estaba muy congestionado”, relató. Además, confirmó que Dominga Torres, la empleada doméstica, fue a trabajar ese lunes.
En ese sentido, puso en duda que Angeles haya sido atacada en el hall porque “desde mi departamento escucho hasta la caída de una moneda. El portero siempre hablaba con todos los vecinos y se escuchaba. Tenía la costumbre de tocar el mármol con una moneda o una llave y se escuchaba. Yo decía: ‘Está Jorge en la puerta’”. Y arriesgó: “Te puedo asegurar que Angeles no entró en casa. Por ahí llegó a la puerta y pudo haber subido porque Jorge le dijo: ‘Vení que te doy unos papeles’. Pero no lo sé. Las pruebas están”. Mencionó, a la vez, que está conforme con el trabajo de la fiscalía. “Estamos tranquilos”, dijo.
En referencia a la víctima, dijo: “La extraño muchísimo”. “Yo estuve con la familia hasta que tuve que cuidar a mi mamá que está mal con un problema pulmonar. El jueves a la tarde vine para acá. Me costó mucho entrar a mi casa y pasar la noche acá, solo. Hoy traje a mi hijo, para no estar tan solo”.