El miércoles, mujeres de más de cuarenta países del mundo volverán a salir a la calle. El día internacional de la mujer será, esta vez, una huelga: “Paramos porque las mujeres somos trabajadoras y ganamos menos que los varones, porque las tareas domésticas nos generan una doble jornada laboral, porque somos desvaloradas en entornos laborales, cosificadas y hostigadas sexualmente en espacios públicos y privados, porque la violencia de género mata una mujer cada 26 horas”, dice la convocatoria que en el país impulsa el colectivo #NiUnaMenos, pero que replican otros en más de cien ciudades (ver aparte).
La proliferación de espacios en los que se ponen de manifiesto los temas de género es, para la periodista y escritora Luciana Peker, “una buena noticia”. “Hay una ‘primavera’ de estos temas, pero el movimiento de mujeres en Argentina no nació de un repollo. Tiene mucha historia. Pero sí, a partir de #NiUnaMenos, la incorporación de mujeres jóvenes, las redes sociales, el humor hecho por mujeres, todo eso ha tomado más preponderancia”, asegura. El otro lado de la moneda es, claro, la violencia: “Sí hay un recrudecimiento de los niveles de ensañamiento con el que suceden los femicidios: por un lado les decimos que denuncien y por otro no las protegemos, lo peor del camino es estar en la mitad. La que denuncia ya no se banca el grito o el maltrato, no puede volver atrás, a la sumisión. Por eso es clave reforzar no sólo las políticas públicas sino también la red de contención social”, dice. “A nivel social, las protecciones son más grandes. Cuando (en 2003) cubrí el caso del asesinato de Lucila Yaconiz, la mamá me contaba que el señor que tenía el taller al lado de donde la mataron no hizo nada porque creía que se trataba de una pelea de pareja. Y ahora, si bien las cifras hablan de un aumento de los femicidios y en los niveles de violencia, hay muchísimas más salvaciones por el ‘sí te metás’. Hoy es inconcebible que alguien no participe si ve situaciones de violencia entre dos personas, o en una pareja. Las chicas jóvenes no se conforman ante el maltrato, y está bien que así sea”, destaca.
Acción y reacción. El jueves se publicó en el Boletín Oficial la asignación del presupuesto aprobado por el Congreso al Consejo Nacional de las Mujeres, para implementar el plan nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. Peker cree que es un paso adelante, pero que hay que replantearse la distribución de los recursos: “El 80% está destinado a la construcción de refugios. Está bien que se hagan, son necesarios; pero hay medidas valiosas más urgentes que hay que afinar, y que la Justicia ya está implementando. Las tobilleras electrónicas para controlar al agresor, que ya están en uso en algunas provincias, deben tener más efectividad. Esos sistemas son mejorables: aún falta que esa tecnología funcione, que las policías locales modernicen sus sistemas para poder monitorearlas. La buena voluntad está, pero hay que hacer más”, enfatiza.
Según datos relevados por la Casa del Encuentro, el 20% de los femicidas se suicidan. “A dos de cada diez no les importa perder sus vidas para matar. Esto es equiparable a los actos terroristas, y requiere un nivel de protección mucho mayor que en otros delitos”, detalla Peker.
También destaca la importancia real del cambio en la educación que enfatiza el modelo machista: “No creo que el movimiento de mujeres esté hecho para juzgar. Muchas veces, nosotras mismas nos ensañamos con otras. Es la forma en la que fuimos educadas. Pero sólo tomar conciencia de repente no sirve: también hay que cambiar”, concluye. n