SOCIEDAD
Dice el médico argentino condenado

“La ley de eutanasia es una mejora para el mundo”

En 2005, Marcos Hourmann ayudó en España a morir a una paciente terminal. Llevó su vivencia al teatro. "Ojalá más países se planteen el debate", dice.

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Ficción y realidad. Hourmann en escena. Esta semana se aprobó “el derecho a morir en paz”. | ap / gza. hourmann

Es cardiocirujano y en 2005 se convirtió en el primer médico condenado por eutanasia en España, por haber ayudado a morir a una mujer de 82 años con un cuadro terminal que le pidió que la ayude a terminar con su sufrimiento. 

Ese país europeo se convirtió esta semana en el sexto en el mundo en tener una ley que permite a sus ciudadanos optar por no vivir más (ver aparte) y Marcos Hourmann -quien vive con su familia desde hace más de tres décadas en la capital española- está muy conforme con ese avance en materia de derechos: “La ley es una mejora no solamente para España, sino también para el mundo. Agregar un país más a que haya un derecho humano de semejante libertad creo que no sólo le hace bien a una nación, sino que puede contagiar a que otras se planteen seriamente este tema”, dice a PERFIL en ruta hacia su casa, en Madrid. 

Como cirujano, su vida pasaba por el quirófano. Pero hace 16 años su vida cambió, al ayudar a morir a una paciente que llegó con un cuadro irreversible y le suplicó, dice, terminar con esa tortura. “Esa mujer y su hija me pusieron en otro lugar de la medicina, en una parte más humana, luego de haber actuado durante horas para sacarla adelante. Fue algo muy puntual, y lo hice convencido del sufrimiento innecesario, ante una situación irreversible de una mujer, y de su hija, que me pidieron acabar con ese sufrimiento más de una vez. Fue un punto de inflexión, no pensé que me haría tanto daño”, contó en 2019 a este diario. 

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Luego de que la dirección del hospital lo denunciara -pese a que la familia de la paciente no lo hizo- tuvo que enfrentar una causa por homicidio y un pedido de diez años de prisión. Finalmente, fue condenado a uno y a pagar una multa. Pese a haber alcanzado un acuerdo judicial en 2009, decidió irse a Inglaterra con su familia a empezar de nuevo. Consiguió trabajo en un hospital. Hasta que su historia salió en la tapa del diario sensacionalista The Sun, donde a su foto le agregaron la leyenda “killer doc” (médico asesino) y volvió a perderlo todo. De vuelta en España, volvió a ejercer pero de forma independiente. 

Su situación judicial y laboral no cambió con la aprobación de la ley: “Yo nunca fui inhabilitado para ejercer la medicina y la sentencia ya pasó, los antecedentes penales habían sido cancelados por el acuerdo previo”, explica. Hoy trabaja en la atención de emergencias domiciliarias, algo que hacía desde antes de la sanción de esta semana. “Esto no me varía absolutamente nada a nivel personal o laboral”, aclara ahora el profesional. 

La cultura mayoritariamente católica de la sociedad española, asegura, no resultó un impedimento para que la ley avance: “La gente ya se había manifestado en todas las encuestas muy adelante de la voluntad política. Aún con raíces profundamente religiosas, la sociedad dijo que no quiere sufrir muriendo. Esto está demostrado hace tiempo y por fin los políticos se dieron cuenta, después de muchas movidas (N. de R. juntaron un millón de firmas entre familias y asociaciones de derecho a la muerte digna) que lograron que apareciera la ley”, asegura. 

Reinventarse sobre tablas

En 2017 publicó su libro Morir viviendo, vivir muriendo, contando su historia, lo que lo llevó a dar entrevistas televisivas y charlas TEDx donde habla sobre la eutanasia. De una de esas entrevistas, de hecho, surgió la idea de llevar su vida a los escenarios y contarla cara a cara con el público. 

Esa obra de teatro, que ya lleva más de 110 representaciones en toda España -sigue de gira aun en pandemia- y que, adelanta, busca traer a Buenos Aires. “Por suerte el éxito, palabra que no me gusta -aclara- de la obra sigue siendo una maravilla”, se lo escucha exultante. “Ahora vuelvo en mayo al Teatro del Barrio, en Madrid; y vamos a San Sebastián, Barcelona”, dice. 

En el escenario, Hourmann relata la historia de lo que pasó aquel día en el hospital y lo que generó a partir de la denuncia. A lo largo de la obra, además, una voz en off hace preguntas que él responde.

“El título de la obra tiene que ver con que tomamos la muerte como un drama. Las personas mueren dignamente bajo las creencias y las experiencias de la vida que cada uno tenga, pero todo hace que sea un drama, verlos intubados, no despedirse, el luto, el negro. No digo que sea un momento de alegría, pero se puede llevar a un camino que no sea tan dramático. En el fondo pienso que la gente que uno ama está siempre con uno, por eso me parece que es un buen título para entender que la muerte es un paso más, elemental, de la vida misma”, había contado tras su estreno.

Sobre el final, un jurado popular que se forma con ocho personas del público que se suben al escenario debate sobre sus pensamientos y emite un veredicto. Hace dos años contaba que no buscaba “ni una condena ni una absolución”. 

Está convencido -y lo que sucedió esta semana con la ley en España lo avala- que lo importante es remover conciencias y hacer pensar sobre los derechos y las libertades individuales.

 

Cómo es la ley que aprobaron en España 

Tras años de lucha este jueves 18 el Congreso de diputados de España aprobó la ley que despenaliza la eutanasia y autoriza el suicidio asistido, que contó con 202 votos a favor, 141 en contra y dos abstenciones. La ley entrará en vigencia a mediados de junio, cuando se espera que el sistema de salud público esté capacitado para proporcionar la asistencia necesaria.

De esta manera, España se convertirá en el sexto país en legalizar la eutanasia, dado que en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Nueva Zelanda y en Canadá también existe ese derecho. 

La norma prevé que toda persona con “enfermedad grave e incurable” o padecimiento “crónico e imposibilitante” que no pueda ser aliviado en condiciones que considere aceptables, pueda solicitar ayuda para morir y así evitarse “un sufrimiento intolerable”, respetando su autonomía y voluntad. La persona debe ser de nacionalidad española o residente legal, ser mayor de edad, tiene que ser “capaz y consciente” al realizar el pedido, el cual debe formular por escrito “sin presión externa”. Este pedido se realiza cuatro veces, en donde el paciente deja constancia de su consentimiento, y las primeras dos veces se hacen en un período de 15 días. Puede dar marcha atrás o aplazarla en cualquier momento.