SOCIEDAD
derechos humanos

La madre del nieto 120: "Quedé sola a merced de los genocidas"

Antes de declarar ante la justicia de Santa Fe, Luisa Beatriz Pratto,relató el "infierno" que vivió cuando el arrebataron a su hijo.

En una conferencia de prensa realizada en Buenos Aires, la entidad dio a conocer la historia de José Luis.
| Telam

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron ayer que fue recuperado el nieto número 120, José Luis Maulín Pratt. Pese a que desde el año 2009 conoce su verdadera identidad aún lleva el apellido Segretín, con el que fue inscripto por sus apropiadores, dado que la Justicia federal de Santa Fe aún no le restituyó su auténtica filiación ni su nombre.

En una conferencia de prensa realizada en Buenos Aires, la entidad dio a conocer la historia de José Luis. Sus padres, Rubén Maulín y Luisa Beatriz Pratto, fueron secuestrados en octubre de 1976 en Reconquista, Santa Fe, por los militares. Ambos fueron torturados y su madre, que estaba embarazada de cuatro meses, fue abusada sexualmente durante toda la gestación. 

Al nacer, Josè Luis Maulin Pratt fue apropiado por José Angel Segretín y Cecilia Góngora, dos civiles con contactos con la Fuerza Aérea, que lo inscribieron bajo el nombre de José Luis Segretín con una partida de nacimiento apócrifa. Maulín y Pratto fueron liberados en 1982 y en 2009 se reencontraron con su hijo.

El 22 de junio arrancó el juicio en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe por la apropiación de Maulin Pratto, en el que son juzgadas Cecilia Góngora, la mujer que inscribió a Maulín Pratto como su hijo, y Elsa Gladis Nasatsky, la doctora que atendió el parto el 26 de marzo de 1977 en un sanatorio privado de Reconquista, donde Luisa Beatriz fue internada con un nombre falso.

Pratto fue citada a indagatoria este jueves en el juicio: "Declarar provoca otra vez mucho dolor. Sacar todas estas cosas después de 38, 39 años no es fácil pero estoy acá por la identidad de mi hijo", consignó. 

Luisa Beatriz relató la dolorosa experiencia que supuso que le arrebataran a su hijo. "Yo viví un infierno ahí, entre violaciones", expresó en diálogo con radio Vorterix. "Pasé por cosas incontables", afirmó. "No se llevaron sólo a mi suegra, a mi esposo, mi hermana, violada y secuestrada, y después otro hermano más que estuvo detenido y otro hermano más chico, o sea toda la familia. Sino que me quedé sola a la merced de estos genocidas", lamentó.

La mujer precisó que recibía visitas periódicas de gente enviada por personal del ejército durante su embarazo. "Me llevaron a una clínica privada, amenazaron a una tía de mi marido para que me llevara allí", recordó. 

"Cuando un médico me dice que le dé de mamar al bebé, dijo que yo me llamaba Cecilia Góngora (la apropiadora)", puntualizó. Estando en la misma ciudad nunca coincidió con su hijo: "Jamás lo vi. No nos cruzamos en un pueblo tan chico, nunca nos conocimos hasta el 2009 porque la señora esa nunca le dijo quién era la madre", amplió Pratto justo antes de ingresar a la sala judicial.