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La Nasa investiga un asteroide que podría impactar en la Tierra

Enviarán una sonda para estudiar el asteroide Bennu. Podría revelar el origen de la vida en la Tierra.

La NASA lanzará el 8 de septiembre a las 19:05, hora local de cabo Cañaveral, la sonda OSIRIS-REx, con la misión de aterrizar en el asteroide Bennu, que podría impactar en el planeta Tierra dentro de 150 años. El objetivo será arrancar fragmentos claves para estudiar el origen de la vida y volver a casa en 2023.

Hay una posibilidad entre 2.700 de que el asteroide Bennu, de unos 500 metros de diámetro, choque contra la Tierra dentro de unos 150 años. Si lo hace, creará un cráter de unos cinco kilómetros de diámetro, liberando una energía 70.000 veces superior a la de la bomba atómica de Hiroshima, según los cálculos de la NASA.

“No hay que preocuparse en absoluto. La probabilidad acumulada de impacto es del 0,037%, y a finales del siglo XXII”, explicó el jefe de la misión, Mike Donnelly, del Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA. “Para entonces, los datos de OSIRIS-REx nos ayudarán a hacer mejores predicciones sobre la órbita de Bennu”, tranquilizó.

la NASA espera recoger entre 60 y 2.000 gramos de Bennu para, idealmente, encontrar moléculas orgánicas, como aminoácidos, los ladrillos que pudieron originar la vida en la Tierra hace unos 4.000 millones de años.

La sonda OSIRIS-REx, de unas dos toneladas, llegará al asteroide Bennu en 2018. Los responsables de la misión decidirán el punto de toma de muestras tras mapear su superficie. El brazo robótico de la misión recogerá el material. Será una especie de cápsula del tiempo de los primeros momentos del Sistema Solar, que será analizada, si todo sale bien, a su vuelta a la Tierra en 2023.

“Bennu puede contener los precursores moleculares para conocer el origen de la vida y de los océanos de la Tierra. Además, es uno de los asteroides más peligrosos, ya que es relativamente alta la probabilidad de que impacte con la Tierra en el siglo XXII. La misión OSIRIS-REx determinará las propiedades físicas y químicas de Bennu, fundamentales en caso de necesitar una misión para mitigar su impacto”, explicó el equipo detrás de los controles. El asteroide pasará entre la Tierra y la Luna en 2135 y su impacto equivaldría a 3.000 millones de toneladas de explosivos.

Donnelly, el jefe de la misión, reconoce multitud de riesgos, desde los habituales del lanzamiento de un cohete a los del propio asteroide. “Bennu puede tener sus propios satélites o plumas que no hayamos visto desde la Tierra. Eso podría comprometer la capacidad para tomar muestras. No lo sabremos hasta que llegue la sonda”, señaló. Los ingenieros también desconocen cómo es exactamente el asteroide y si habrá un lugar seguro para posarse. “Y, además, muchos sistemas del aparato tendrán que funcionar durante siete años para que la sonda tome la muestra, la coloque en la cápsula de regreso, abandone el asteroide y funcione en el momento exacto para que aterrice en el desierto de Utah”, añadió Donnelly. “El riesgo es inherente a la exploración espacial”.

OSIRIS-REx no aterrizará sobre el asteroide sino que permanecerá a metros de la superficie. “Nos acercaremos a Bennu, lo estudiaremos y elegiremos el lugar más seguro y más interesante científicamente para recoger una muestra”, resume Gordon Johnston, encargado del programa en la sede de la NASA. A través de un brazo robótico, en 2020, hurgará en la capa de materiales no consolidados que descansa sobre roca sólida. Tanteará los depósitos minerales y mediante un flujo de nitrógeno gaseoso intentará succionar porciones de regolito que serán tamizadas por un filtro y guardadas en la Cápsula de Retorno de Muestras.

El contenido de nitrógeno alcanza para tres intentos, en los cuales se pretende obtener un mínimo de 60 gramos y un máximo de 2 kilos. El contacto entre la sonda y el asteroide durará cinco segundos. El gran desafío es la gravedad cero. Ante su ausencia, el dispositivo podría esparcir el polvo en lugar de recolectarlo. Una vez cosechado el botín, la sonda emprenderá el regreso en marzo de 2021 para retomar la órbita terrestre en septiembre de 2023. “Tres cuartos de la muestra serán apartados para futuros investigadores, para buscar respuestas a las interrogantes científicas que aún siquiera nos hemos planteado”, indicó Johnston.

La misión de la NASA tiene además otro objetivo: aprender a extraer minerales de asteroides.

“Un pequeño asteroide de tipo S, de 10 metros, contiene unos 650.000 kilogramos de metal, con unos 50 kilogramos de platino y oro”, declaró entonces Dante Lauretta, investigador de la Universidad de Arizona y jefe científico de la misión. Otros asteroides, de tipo M, pueden multiplicar estas cantidades por 10. Pero hay varios obstáculos para la minería espacial. El primero es que no es rentable. La misión OSIRIS-REx costará unos 870 millones de euros. Otra dificultad es que se requiere experiencia para analizar los recursos de un asteroide y extraerlos. La sonda a Bennu ayudará a solucionar ese problema.

La OSIRIS-REx es la tercera misión –después de New Horizons y Juno, que el sábado completó con éxito la mayor aproximación a Júpiter de las 36 que se esperan– del programa New Frontiers, cuyo objetivo es proyectar expediciones con naves no tripuladas para el estudio del Sistema Solar.