Detrás de la Casa Rosada, la estatua de Cristóbal Colón lleva más de treinta días recostada sobre una tarima de hierro y madera y con la custodia que impuso el Ejecutivo porteño para evitar su traslado a Mar del Plata. Mientras tanto, en uno de los pabellones de la ex ESMA, ahora transformado en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, un grupo de escultores encabezados por el artista argentino Andrés Zerneri continúa trabajando en una escultura de yeso de nueve metros de alto que servirá de molde para el monumento a Juana Azurduy, una obra cuyo costo (un millón de dólares) fue donado por el presidente de Bolivia, Evo Morales, y que desde Balcarce 50 pretenden instalar donde antes se erigía la figura del navegante genovés.
La escultura de Azurduy será la más grande en el país hecha en bronce fundido, medirá unos 15 metros de altura –incluido el pedestal– y pesará entre siete y ocho toneladas. Según su escultor, estará lista para fin de año y mostrará a Juana Azurduy en plena batalla, con una espada en su mano izquierda y con el brazo derecho detrás de su cuerpo protegiendo a sus cinco hijos y a campesinos y gauchos originarios de las Provincias del Río de la Plata. “El concepto apunta a mostrar una Juana dinámica, movilizadora y protectora a la vez, tal como me lo pidió Evo Morales”, afirma Zerneri, que aceptó dialogar con PERFIL en su atelier. Allí es donde los futuros marinos aprendían soldaduras, herrería y rectificación de motores, entre otros oficios. Tiene unos cien metros de largo, 15 de altura y dos plantas. Zerneri, no sólo realiza esta obra, sino también el Monumento a la Mujer Originaria, aún sin ubicación designada.
“El gobierno de Bolivia me eligió para hacer la estatua porque pidió como referencia a la embajada en Argentina un escultor con cierta experiencia en obras de estas características”, explica Zerneri, que es también autor de la obra del Che Guevara, en Rosario.
“A la Casa Rosada hay que aggiornarla con elementos simbólicos que tengan que ver con nuestra historia. A título personal, y teniendo pasaporte comunitario italiano, siento que Colón no debería estar ahí. Somos una sociedad dinámica que podemos elegir a qué héroes homenajear. Sacar ciertos monumentos es un hecho constructivo, nadie pide destruirlo, serruchar la cabeza o refundirlo; la idea es trasladarlo para que se lo recuerde de otra manera. Además, estaría en la ciudad con la mayor comunidad genovesa del país y con una simbología marítima”, argumenta el artista pese a que, según dice, prefiere mantenerse al margen del conflicto entre los gobiernos nacional y porteño.
Una vez instalada en la parte trasera de la Rosada, el objetivo de su creador es que la escultura pueda verse desde el Salón de las Mujeres del Bicentenario, donde Cristina realiza sus anuncios. “Fue una licencia mía, tomé las medidas necesarias para que así sea, ya que la estatua estará mirando hacia el continente”, revela.