Aunque suene como una idea novedosa, la denominada “grieta” no aparece en Argentina en el transcurso de los últimos años: para el teórico Carl Schmitt, dividir las aguas es una manera de hacer política. Y además, es insoslayable la mención a la histórica tensión entre unitarios y federales, por ejemplo, entre otras dicotomías que se han construido en nuestro país con estos mismos fines.
En la era de la posverdad, las “grietas” ya no se resuelven con guerras civiles, sino que tienden a dirimirse (o no) a través de la palabra, del diálogo y –en gran parte– en las redes sociales. Aparece entonces la pregunta vinculada a la forma en la cual se cristaliza la “grieta” en las aplicaciones para conocer gente. Es llamativo que estas apps emerjan como la manera “ordinaria” de conocer hoy a una pareja. Pero más resuena el fenómeno que se produce desde los perfiles de las personas que plantean el antagonismo en esos perfiles.
Es un tema interesante para entender que lo personal es político –como plantea el feminismo– y hasta qué punto una salida casual con alguien se encuentra atravesada por la dimensión política. Aunque a veces se asocie esta división/tensión como algo negativo, la politización de lo cotidiano y de lo privado es –por lo menos– interesante y necesario. Sin caer en fanatismos radicales vacíos de sentido, son válidas y legítimas esas aclaraciones. Habría –sin embargo– que evitar caer en los guetos de grupo, como sucede en las apps donde sólo ingresan personas del mismo partido político.
De todas maneras, la decepción por no compartir los mismos gustos no viene sólo de la mano de la ideología política. Y por el contrario, sí podría haber coincidencia en estos puntos, y una diferencia política y que la relación funcione. Es decir, a la hora de conocer a alguien, la “grieta” no es definitoria en su totalidad.
*Socióloga (UBA) y magíster en Medicina Social.