“El 9 de febrero era el cumpleaños de mi hijo. El año pasado lo festejamos el 20 y el 22 pasó lo que yo considero que fue el asesinato de mi hijo y 51 personas más”, dice hoy Raúl García. Se cumplieron 547 días de una doble ausencia: esas vidas y la justicia por su muerte. El jueves en el hall de la estación de Once se realizó un acto para recordar la tragedia ocurrida hace un año y medio, el 22 de febrero de 2012. Entre los carteles se podía ver una imagen de una pareja: eran Estela, embarazada, y Alberto García, que llevaban cuatro años de convivencia. Ese cartel lo sostenía Raúl García, el padre de Alberto (43) quien murió y no llegó a conocer a su hijo que nació al mes de la tragedia.
Raúl dice que siente la peor de las certezas: que nadie irá preso por lo sucedido. “Cuando nos reunimos con la presidenta Cristina Kirchner le dije que hay mucha corrupción, de arriba a abajo y de abajo a arriba, y ella me lo reconoció. Lo que pasa es que los empresarios matan gente y no les importa. A Jaime lo llamaron y se presentó cuando quiso y como quiso. En cambio nosotros estamos acá todos los meses reclamando justicia y las tragedias siguen”, dice al referirse a la tragedia de Castelar de hace casi tres meses.
“Cada padre tiene un dolor distinto, sólo nosotros nos entendemos. Entre todos nos apoyamos y nos contenemos. Una sola vez me llamaron desde el Ministerio de Salud, a pocos días de la tragedia, y nunca más”, agrega. Raúl tiene la mirada triste, los ojos llenos de lágrimas y las manos aferradas al cartel. Lleva puesta una remera con la imagen de su hijo y sólo sonríe al hablar de su nieto, al que aún la Justicia no le otorgó el apellido de su padre por cuestiones burocráticas.
“Mi hijo me dejó algo hermoso, Alexandro, mi nieto que ya tiene 17 meses. Sólo que el nene va a preguntar sobre el padre que no llegó a conocer. Quizás sea mejor, porque su otra hija, de un matrimonio anterior, dice que le robaron media vida porque eran muy compinches”, revela.
Para Alexandro, Raúl armó una caja con notas periodísticas para que su nieto sepa lo que sucedió. “Guardo diarios, recortes, afiches. También estoy pensando escribirle a mi nieto la historia de su padre desde chico, para explicarle cómo era, porque hay cosas que la madre no sabe. Hay que seguir peleándola en la vida por él, que nos da alegría y luz”, finaliza.
