Cuando las grandes potencias mundiales entran en crisis, y las razones de Estado provocan conflictos y enemistad entre los poderosos, o cuando sus tronos se tambalean, ellos saben que siempre podrán contar con un aliado silencioso e incondicional: sus mascotas.
Las mascotas dejaron huellas a lo largo del tiempo en la Casa Blanca de Washington, desde el caballo de George Washington hasta los perros de Barack y Michelle Obama, el actual matrimonio presidencial.
El presidente Theodore Roosevelt albergó el mayor número de mascotas jamás visto en la Casa Blanca. Su colección de animales incluía un pequeño oso llamado “Jonathan Edwards”, además de una lagartija, cinco conejillos de Indias, un cerdo, un tejón, un guacamayo azul, una gallina, una hiena, una lechuza, un conejo y un pony.
Los perros fueron las mascotas predilectas de los presidentes Hoover, Francklin Roosvelt, Truman, Eisenhower, Nixon, Ford y Reagan (mejor amante de los caballos), Bill Clinton y los Bush, padre e hijo.
"Miss Beazley" se llamaba la perra de Laura Bush, mientras el ovejero "King Tut" era acompañado personalmente por el presidente Hoover a hacer sus necesidades. Otro ex presidente, Lyndon B. Johnson, llamó a su perro "Him".
Por su parte, "Socks", el gato de Bill Clinton, llegó a recibir más de cien mil cartas por año durante el mandato de su amo. "Socks", con páginas de internet propias y numerosos fans, llegó a tener más popularidad que los perros "Vicky", "Pashá" y "King Timahoe", que llegaron a la Casa Blanca junto a Richard Nixon.
En cuanto al presidente electo Barack Obama, en su discurso de victoria, la noche de las elecciones, prometió a sus hijas Sasha y Malia un cachorro para llevar a la Casa Blanca. Pronto, una asociación protectora de animales recolectó 50.000 firmas e hizo llegar a Obama el pedido de que su "First Puppy" fuera de un hogar para perros.
Desde 1999, existe en Estados Unidos un Museo de las Mascotas Presidenciales, encargado de llevar un registro de los animales domésticos que acompañaron a los distintos presidentes de la Casa Blanca.
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En Inglaterra, Margaret Thatcher tuvo durante su mandato un gato llamado "Humphrey". La mismísima "Dama de hierro" lo adoptó tras verlo merodear cerca de la residencia oficial en Londres, y cuando abandonó el poder, su sucesor, John Mayor, heredó a Humphrey como una parte más del patrimonio nacional.
Seis meses después de la victoria laborista en 1997, la esposa del ‘premier’ Tony Blair lo mandó a una clínica, donde murió tras una enfermedad hepática.
Gran amante de los animales es la reina británica Isabel II, que tenía 3 años cuando recibió como regalo su primer pony. Los perros siempre ocuparon un lugar privilegiado en el palacio real, donde la propia Isabel les cocina y les sirve, en bandeja de plata. Tal es su amor por sus perros, que aquellos que mueren son debidamente sepultados con una lápida y el título "Fiel amigo de la reina".
Sumándose a una afición centenaria en la Familia Real, Kate Middleton adoptó este año un cachorro que perteneció a su madre, y que vive con ella en Gales. Unos meses atrás, el príncipe Carlos y su esposa, Camilla, adoptaron una perra ("Beth") que había sido abandonada en un "hogar para Perros y Gatos" de Londres, cuando sólo tenía 12 semanas de nacida. Carlos y Camila son aficionados de la raza Jack Russell Terrier, y "Beth" se unió a "Tosca" y "Rosie", los otros dos perros de la misma raza.
Con todos los honores también vivió la perra negra "Connie" del presidente ruso Vladimir Putin, mascota que se paseaba libremente por los pasillos del Kremlin sin importar si había o no invitados. En Eslovenia, un mastín bautizado "Brodi" se convirtió en noticia cuando su dueño, el ex presidente Janez Drnovsek, aseguró ante la prensa que el animal se había vuelto vegetariano al igual que él.
En el vecino Chile, el presidente Sebastián Piñera recibió de regalo un perrito Beagle al que inicialmente bautizó como "Poder" y que posteriormente se llamó "Bolt", en honor al atleta jamaicano. La mascota más famosa y querida de los presidentes chilenos fue durante mucho tiempo una tortuga gigante de las Galápagos, donada por el gobierno de Ecuador, y que vivió durante muchos años en el palacio de Viña del Mar.
En nuestro país, desde hace unos años las mascotas presidenciales son dos perros de raza boxer que responden a los nombres de "Alex" y "Catalina", y pertenecen ahora a Cristina Fernández de Kirchner. Su antecesor, Carlos Menem, gastó millones de dólares para construir en la Quinta de Olivos un mini zoológico que incluía perros, papagayos, cabras, y ponies.
(*) especial para Perfil.com.