SOCIEDAD
debate y polemica

Las otras ‘Flor de la V’: cómo vive la nueva familia diversa

Tres madres trans cuentan cómo es la difícil tarea de criar hijos ante una sociedad que todavía cuestiona la Ley de Identidad de Género.

Familias. Noelia Luna vive en González Catán con sus tres hijos: Gastón (16) y Victoria (13) (izq.) y Agustín (10). La docente Blasia Gómez Reinoso, junto a César y Zaira (8), viven en Catamarca. (der
| Gentileza Luna / Juan Obregón

Lejos de las dudas de ser o no ser de Hamlet, ellas no vacilaron, y son. Desde que no existía el aval de la Ley de Identidad, ellas son mujeres trans que lograron formar su familia en pareja y sin que la discriminación social las detuviera.

Esta semana, Jorge Lanata habló de Florencia de la V y generó revuelo. “Te dan el documento de mujer y sos un trava”, fue una de las frases que iniciaron el debate (ver aparte). Sus declaraciones no sólo afectaron a la conductora televisiva, sino que repercutieron en muchas otras mujeres, madres y esposas trans que son las otras “Flor de la V”.

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“Me siento madre, me siento mujer, en mi rol, en mi desempeño. No creo reemplazar a una mujer pero sí transité una aproximación a lo que es ser mujer, y mi hija comprende todo mi proceso”, explica Blasia Gómez Reinoso, directora de la Escuela Secundaria Nº 24 de Los Altos, departamento Santa Rosa, en Catamarca. “La gente elabora de diferentes modos su forma de ver mis reivindicaciones, y lo acepto. En mi pueblo, ven con agrado que tenga una familia constituida; los jóvenes me ven como alguien que rompe con la hipocresía”, añade y no espera ser consultada para embestir a Lanata: “Hay que aceptar si piensa distinto pero él debe respetar la ley que avala nuestra identidad”.

Blasia siempre fue con su verdad al frente. “En el ’78 reuní a mi familia y le conté que era homosexual. Mi madre dijo que me aceptaría siempre y mi padre sólo me pidió que me cuidara. Tenían miedo, pero no reproches”, cuenta. Luego estudió Magisterio y no fue fácil el camino que enfrentó.

“Siempre noté miradas de discriminación por mis modismos afeminados pero supe armarme para que no me afectara”, resume. En los 90 conoció a César e iniciaron una relación de puro amor. Junto a él, adoptó a Zaira recién nacida, hoy de 8 años. “Cuando me entregaron el DNI con mi identidad corregida, Zaira me dijo que ahora sí podía llamarme ‘mamá’”, finaliza.

Otro caso de ejemplo de amor es el de Noelia Luna. Vive en González Catán y también es mamá trans de tres chicos: Gastón (16), Victoria (13) y Agustín (10). “A nosotras nos tiran con una granada pero ya no explotamos más. Pero, ¿qué pasa cuando nuestros hijos son afectados? ¿Qué pasa cuando los medios transmiten eso; invaden la mente de mis hijos y los de Florencia?”, se cuestiona. “Ser mamá es un sentimiento, es mucho más que la capacidad de procrear. Ninguna persona nace madre, ni una mujer con los órganos reproductores puede considerarse madre. Se construye y se aprende con los hijos”, dice.

Noelia es presidenta del Movimiento Integración Sexual, Etnica y Religiosa y su militancia nació de la mano de su rol de madre. “Estaba en pareja desde hacía muchos años, en una relación que actualmente se terminó, y empecé a tener ese instinto maternal de sentir un vacío en mi vida. Y fue el nacimiento de mi hija lo que me llevó a querer pelear por tener acceso al trabajo formal, la salud y la educación para ella”, explica.

Noelia reconoció a Victoria al nacer ya que la madre biológica le expresó que podía hacerse cargo de ella. Para la Justicia, Noelia es el padre biológico. Para su corazón, es mucho más que eso. Un año después, la situación se repitió, pero esta vez con el hermano mayor. Luego otra familia le entregó a su hijo. “Atravesé las preguntas tipo: ‘Mamá, ¿por qué yo no nací de tu panza?’, entre otras. Las respuestas fueron naturales, les expliqué quién soy y cómo es mi identidad, y lo entendieron”, rememora.

La primera abuela trans de Argentina. Geraldine C no sólo es madre; también es la primera abuela trans y, al igual que el resto de los casos, reclama que “se respete lo que marca la ley”.

“Siempre deseé transitar por la maternidad, y lo logré. Hace veinte años, las cosas eran distintas. Adopté a mi hija y la crié sola, como cualquier otra madre soltera, y pude pese a que no fue fácil. Ahora hay leyes y deben ser aceptadas por la sociedad entera”, sostiene.  

Su lucha logró darle el más lindo regalo: su nieta. “Soy abuela y soy feliz. Cuidé mucho a mi hija siempre, quería que fuera feliz y siento que lo logré. Ella ahora me dio una alegría hermosa y tengo a dos bellezas que me adoran”, cuenta y vincula su profesión con su historia ya que Geraldine es actriz e integra una asociación de artistas trans. Participó en obras de teatro como La casa de Bernarda Alba. “En esa obra me sentí identificada con el personaje (la criada), por la opresión que sufría. En mi vida padecí los prejuicios de querer vivir manteniendo la apariencia de lo que no soy y cuando rompés las cadenas podés decir: ‘Soy lo que quiero ser’”.