"La Salada es un mundo aparte. Pero el comercio informal está en todos lados. Hay Saladas en cada esquina; la Argentina está llena de manteros", afirma a Perfil.com el documentalista Julián D’Angiolillo, autor de "Hacerme feriante". El documental triunfó en el Bafici 2010 y desde la semana pasada se proyecta en el Malba y Cines Gaumont.
Con un lenguaje propio -sin testimonios- D'Angiolillo (35) aborda el trabajo en negro y el dilema medioambiente-pobreza en el mercado más grande América Latina. El director de arte de "Vagón fumador" (2000) y "Potestad" (2001) logró filmar desde adentro talleres textiles clandestinos y hasta 'autopirateó' el documental para vender copias truchas a 5 pesos en La Salada.
- Ahora la explotación laboral volvió a la agenda por los operativos de la AFIP. ¿Hay voluntar política por erradicarlo?-
- El trabajo esclavo textil es el primer trabajo descubierto. Ahora, no es exclusivo del sistema económico informal, sino del sistema económico general. Yo pienso que de a poco el Estado tiene voluntad de regularizar esa situación. Es una gran necesidad, aunque es una cobinación de ideología y de sumar nuevos trabajadores que aporten a las cuentas públicas. De lo que vi en La Salada, las peores condiciones son de los inmigrantes.
- ¿La Salada es una metáfora de la economía argentina?
- Hay una gran cantidad de gente que vive ese sistema de las ferias. El mercado en negro es un sistema regional y hasta nacional. Es un sector que ganó un lugar en la economía. No sé si lo representa a toda la Argentina, pero es cierto que gran parte de la economía se rige por ese sistema. El país es un entramado entre la economía formal e informal. Las dos van creciendo en paralelo.
- ¿Cómo decidió vender copias truchas y hacer el 'avant premier' en la misma Salada?
- Yo quería mostrar la película en la feria. La proyectamos y se cayó de maduro venderla ahí mismo. No imagino que los feriantes vayan al Malba. Las copias se agotaron esa misma noche a 5 pesos en buena calidad DVD. Así quise evitar que circularan copias malas. En realidad, nos adelantamos a la piratería e hicimos copias buenas. Ahora un par de manteros la venden en la calle. O sea, ya circula por el círculo pirata.
- Hay una historia bastante desconocida sobre los orígenes de La Salada y el medio ambiente.
- Antes La Salada fue un balneario. Explico: La Salada tiene varios sectores. Los galpones son como el shopping, pero sobre el Riachuelo paran los feriantes más pobres. Son puestos más precarios, sin higiene y de allí sale el trasfondo político. En la película analizo esa cuestión hasta las órdenes de la Corte para que los municipios saneen el río.
- ¿En algún momento se puede blanquear la Salada?
- Considerando las cuatro ferias, hay como mínimo 8 mil puestos. La Salada no podría funcionar blanqueada. Es un sistema autónomo que funciona con sus propios códigos. Ojo, que hay muchos shoppings que también se levantaron de forma ilegal.
- ¿Cómo hizo para entrar con las cámaras a los talleres textiles clandestinos?
- Hubo resistencia por la paranoia de la cámara en una feria informal, pero un amigo que trabaja en uno me ayudo a ingresar. Pasó que cuando negocian con el intendente por la Ribera, con la cámara se sintieron más amparados. Después, nos llevaron a pasear por los pasillos. Fue un trabajo de tres años y medio, más de treinta largas visitas a La Salada.
(*) De la redacción de Perfil.com.