Los fiscales de instrucción y jueces de garantías que trabajan en la zona sur y oeste del conurbano bonaerense conocen casi de memoria el prontuario de los cabecillas de un viejo clan familiar que opera en la región hace más de dos décadas. Son perfectos simuladores que buscan blancos fáciles, preferentemente jubilados con buenos ingresos. Pero también ladrones de autos, escruchantes y, dependiendo la complejidad del caso, asesinos a sangre fría.
En los departamentos judiciales de Quilmes, Lomas de Zamora, Lanús, Esteban Echeverría y Avellaneda se tramitan más de 200 expedientes con el apellido que le da nombre a la banda: Miguel. Se estima que llegaron a cometer más de mil delitos, aunque las causas nunca fueron unificadas.
La cadena de complicidades que rodea desde sus inicios a esta numerosa familia de origen “gitano” no sólo posibilitó la impunidad del grupo durante años, sino que demoró muchos de los procesos judiciales en su contra. Según fuentes judiciales consultadas por PERFIL, una célula de esta banda será juzgada por dos tribunales orales (3 y 4) de Quilmes, aunque el debate todavía no tiene fecha. Se ventilarán cerca de treinta casos de robos y un homicidio: el crimen de Oscar Fineschi, un jubilado de 76 años y padre de Oscar (h) y abuelo de Damián, dos reconocidos pilotos de automovilismo.
Sonia Miguel, conocida como la enfermera, es la figura más destacada entre los miembros del clan que llegarán a juicio. Su descripción, gestos y frases aparecen en innumerables causas judiciales. En prisión desde abril de 2012, esta mujer llegó a movilizar a cerca de 500 hombres de la Policía Bonaerense y Gendarmería Nacional, que participaron de un histórico operativo que no sirvió para nada porque ella consiguió escapar horas antes gracias a sus contactos en las fuerzas de seguridad.
El poder económico de Los Miguel es el principal certificado de impunidad con el que contaban. Durante años los investigadores se preguntaron cómo hacían para escapar tan rápido del radio de acción. La respuesta llegó con el tiempo: cuando algunos de sus informantes comenzaron a quebrarse, afectados por la violencia que la banda comenzó a ejercer sobre algunas de sus víctimas.
En 2010, un jefe policial reveló que Los Miguel siempre andan “con un fajo de diez mil pesos para tentar a un policía que no conozca sus antecedentes. Tienen muchos amigos. Sobre todo, en la zona de Floresta”. Por eso, en algunas causas radicadas en la ciudad de Buenos Aires, la Policía Federal fue apartada de la investigación.
Jefes. Roberto Ramón y Hugo Miguel son los hombres más sobresalientes y violentos en la estructura delictiva. El primero es compañero de causa de Sonia, con quien cometió innumerables hechos delictivos en la zona sur y la Ciudad de Buenos Aires. Alias Monzón o Gitano aparece mencionado en tres causas por homicidio. Era uno de los recaudadores. Según fuentes policiales, llegó a tener una flota de diez coches de alta gama. Al igual que Sonia, fue detenido a mediados de 2012.
Hugo es para muchos el más pesado del grupo. Tiene una condena a perpetua, pero actualmente está preso en Uruguay, donde fue recapturado luego de haberse fugado de la cárcel de Olmos.
La sentencia que recibió en 2010 es por el crimen de María Luisiana Epifanio, una mujer de 81 años que fue asesinada el 18 de junio de 2007 en Hurlingham. Humberto Di Ciccio, hijo de la víctima, reclama que el homicida sea extraditado para cumplir su pena en el país. Cuenta a PERFIL que envió a cartas al ministro de Justicia y Derechos Humanos, pero que nadie le respondió. “Creo que no recibiré ninguna respuesta como sucede siempre con los funcionarios berretas como los que tenemos”, dijo Di Ciccio a este diario.
En nuestro país Hugo Miguel todavía tiene que responder por varias causas que fueron iniciadas en San Isidro, San Martín, Morón, La Matanza, Lomas de Zamora y Quilmes.
El prófugo que apostaba en el Casino
El 8 de octubre de 2011 uno de los hombres más buscados del clan fue capturado en Uruguay, cuando apostaba en el Casino de la ciudad balnearia de Atlántida.
A los empleados del lugar les llamó la atención la cantidad de dinero que llevaba. Cuando lo identificaron comprobaron que su identidad era falsa. A los pocos días se supo que se trataba de un prófugo de la Justicia de Argentina: Hugo Miguel, condenado a perpetua por el crimen de María Luisiana Epifanio. En su estadía no se quedó de brazos cruzados. Cometió infinidad de robos por los que fue condenado.