Haití es ese rincón del mundo en el que se amontonan las calamidades.Una pequeña nación caribeña, que no escapa a cuanto desastre pueda azotarla, desde fenómenos socioambientales a epidemias de cólera, del yugo del crimen organizado y hasta un magnicidio. Y muchas veces, los golpes van en simultáneo, sobre ese cuerpo tan frágil por décadas de miseria. Allí desembarcó, a comienzos de semana, un contingente de 24 voluntarios de los Cascos Blancos argentinos en apoyo al hospital local Néstor Kirchner en la primera misión humanitaria del organismo fuera del país en pandemia.
“Cascos Blancos ya había actuado en Haití. Estuvo mucho tiempo, con foco en varios ejes, entre ellos, la salud. Y muchos de los profesionales que hoy forman parte de la misión ya habían estado en misiones previas, incluso en 2010, tras aquel gran terremoto. Eso nos garantiza experiencia en el terreno. Y además, participa un voluntario haitiano que vive hace varios años en la Argentina y nos ayuda con la lengua nativa porque a veces no alcanza con saber francés”, cuenta Marina Cardelli, coordinadora de Cascos y del equipo en el terreno.
En principio, el despliegue se planificó por 20 días, de los cuales ya casi alcanzaron la mitad. Empezó a diseñarse a los pocos minutos de reportarse el 14 de agosto el último sismo en la isla, de 7,2 grados en la escala Mercalli, con epicentro en el Departamento de Petit Trou de Nippes, con más de 2 mil muertos. A través del embajador en la isla, César Faes, la Cancillería se puso en contacto con el gobierno haitiano –aún encauzándose tras el reciente asesinato de su presidente, Jovenel Moïse–, y presentaron su ofrecimiento, como suele hacerlo Cascos Blancos en base a una doctrina no injerencista. Una vez aceptada, Defensa puso a disposición un Hércules C-130 para el traslado, un hangar alado.
Cargaron camillas, catres para internación, sillas de ruedas, tablas raquimedulares, carros para instrumental médico, cuarenta cajas de pastillas potabilizadoras para ocho millones de litros de agua, baños químicos, comida y equipos de generación de energía. Además, Salud donó 216 mil dosis de vacunas doble viral y siete botiquines Remediar con antibióticos, analgésicos, antihipertensivos y más pastillas potabilizadoras, entre otros medicamentos. Y por supuesto, se empacó el enorme hospital de campaña de 180 metros cuadrados con las huellas ya de numerosos desastres en donde la Argentina estuvo cooperando. Desde su nacimiento, hace 28 años, Cascos Blancos cuenta más de setecientas misiones humanitarias.
Tras el aterrizaje en Puerto Príncipe, la misión se trasladó, en helicópteros de Estados Unidos, hasta la ciudad de Corail, en el departamento de Grand’Ansé, en el extremo suroeste de la isla. Allí funciona, desde junio de 2013, el primer hospital inaugurado como parte del Acuerdo de Apoyo Técnico entre los Cascos Blancos y la secretaría técnica de la Unasur con capacidad para atender a más de 50 mil personas. Fue nombrado así en honor al primer secretario del organismo, desmantelado en los años siguientes, el ex presidente Néstor Kirchner.
El último temblor afectó su funcionamiento. Toda la zona se vio comprometida en el 60% de sus edificaciones. “Hay muchas estructuras colapsadas, edificios destruidos, y eso se articula con una demanda sanitaria insatisfecha muy importante. Vinimos preparados para atender aproximadamente cien personas por día y ya desde el primer día fueron más de 130”, cuenta Cardelli. Al campamento se accede atravesando zonas inundables y algunas lluvias en la semana redujeron la concurrencia, pero esperaban más consultas, en los próximos días, desde las poblaciones aledañas.
Los voluntarios, médicos en su mayoría, no solo se ocupan de contener la atención primaria sino que han sumado especialidades que habitualmente el hospital local no atiende. Traumatología, obstetricia, pediatría y atención clínica general. Ecografías y controles con equipos multiparamétricos. Algunas de esas lesiones producto del terremoto y otras patologías crónicas. No se hace distinciones. Incluso, por estas horas, los Cascos Blancos coordinaban con el ‘Néstor Kirchner’ para derivaciones mutuas junto a otros países y organismos actuando en el país con el fin de ampliar la red de cobertura para atender la mayor cantidad de casos mientras dure la misión.