Emile Maxim St. Patrick Higgins, de nacionalidad jamaiquina y autoproclamado "el rey del entrenimiento", derrochó dólares, se subió en autos sumamente caros y se llenó de cadenas de oro para parecer ante la opinión pública de nuestro país como un ser todopoderoso.
A mediados de 2007, el nombre de Max Higgins comenzó a salir en diarios y revistas. Su idea de montar un parque temático al estilo Disney World, cuya inversión iba a rondar los 1.000 millones de dólares, fue tema de diarios y revistas. Incluso le concedió a la revista Noticias una entrevista exclusiva.
En Argentina alquiló limusinas y helicópteros, pagó en efectivo todas sus operaciones, montó una oficina en un lujoso complejo de Puerto Madero y se rodeó de guardaespaldas vestidos de negro. Se codeó con estrellas de la talla de Diego Maradona, Sergio Goycochea, Gloria Gaynor y Soledad Pastorutti.
Higgins montó en Mar del Plata dos ediciones de World Football Idol, un show en el que se pretendía buscar al mejor jugador del planeta. Los dos ex jugadores de la selección argentina de fútbol fueron protagonistas de ese espectáculo.
Pero en los últimos meses comenzó a descubrirse su otra cara. Su mujer argentina, Sandra Zapata, con quien se casó a fines del 2006, lo denunció por violencia doméstica, según mostró Noticias .
La esposa despechada también mostró a esa revista una carpeta con información. Allí, para esos papeles, Higgins era considerado, en el Primer Mundo, un "estafador profesional".
El excéntrico empresario jamaiquino estuvo preso tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos por reiteradas estafas, emisión de cheques sin fondos y fabulación. Fue deportado de ambos países. En su prontuario habrá que agregarle un país más, Dubai.
(*) Redactor de Perfil.com