Daniel estaba en un cumpleaños en la casa de un amigo el último jueves de 2010 en El Cucho, a sólo 28 kilómetros de San Salvador de Jujuy, pero absolutamente incomunicado. Nunca imaginó, ni él ni el resto de los invitados, que dos horas más tarde estaría muerto. Un accidente en un barranco lo dejó agonizando. Pidió auxilio a los gritos. Los amigos y habitantes del pueblo irían en busca de una ambulancia. Pero tardaron demasiado para salvarlo.
La localidad de El Cucho vive "apartada del mundo". Proveniente del quechua, su nombre significa "lugar recóndito, escondido". Es difícil reconstruir qué pasó aquella noche. Pero según varios testimonios, Daniel Freire, de 21 años, salió por un rato de la casa en donde se festejaba un cumpleaños. Se tropezó y cayó 20 metros sobre el lecho de un río. Gritó tan fuerte como pudo. Cuando los amigos lo encontraron, estaba muy dolorido pero era imposible moverlo.
No podían llamar a una ambulancia porque El Cucho no tiene antenas ni radios que lo comuniquen con la ciudad. Y por lo tanto, atravesaron la ruta provincial Nro. 20 para traer ayuda profesional. La distancia es de 28 kilómetros. Pero toma alrededor de una hora y media transitarlo: sin asfalto, con pozos, pendientes y desniveles, la ruta aísla aún más a El Cucho. Entre el ida y vuelta de los vecinos, habían pasado tres horas. Cuando regresaron, Daniel ya había muerto.
Todos en El Cucho reclaman hace mucho tiempo una antena. "Si nos llega una netbook (del plan Conectar Igualdad del Gobierno nacional) la guardaríamos en un baúl, la usaríamos de adorno. Porque ni capacitación tenemos", dice
La zona rural de 400 habitantes a la que pertenece El Cucho tiene muchas carencias. La ruta de acceso es de tierra y está atravesada por el río Las Capillas, por lo que en épocas de lluvias se vuelve intransitable, dejando a sus habitantes aislados de todo. La incomunicación de El Cucho afecta no sólo la salud, sino también la educación y el trabajo.
Para Adela Farfán el día arranca con el sol. Debe apurarse a buscar el agua que utilizará durante todo el día. Si se demora demasiado, los animales irán primero al río, y "ensuciarán" el agua que ella, su marido y sus cinco hijos consumen.
Los árboles que rodean su casa le sirven para reparar el viento de invierno y las lluvias de verano. Las paredes de su casa están hechas de troncos; y los techos están repartidos entre tablas de maderas y algunas chapas. "La salita de primeros auxilios abre sólo los días miércoles", dice Adela, quien aprovecha ese día para visitarla. Para ir a la escuela sus hijos caminan una hora. Pero al no tener educación secundaria en El Cucho, la primaria será el fin de la educación formal para ellos.
Al mediodía, la escuela brinda el almuerzo a todos los alumnos. El Cucho cuenta con una cocinera de lujo. Se llama Ester Flores de 45 años y está triste. Sabe que no le queda mucho tiempo más allí. Vive con sus cuatro hijos y planea irse para que puedan ir al secundario. Para eso debe mudarse a la ciudad. No hay transporte suficiente para que sus hijos puedan ir y venir a San Salvador. Y para colmo, como dice Ester, "en la ciudad todo es plata".
En la escuela, Rosa Delia Pandoja toca el bombo y recita coplas. Es una de las artistas del lugar y habla con este portal del día en que sintió un fuerte dolor en el estómago, "paralizante, no me dejaba ni hablar". Por la falta de señal telefónica, uno de sus hijos caminó horas por la ruta, hasta conseguir ayuda.
Patricia Villegas (foto) es una de las personas más queridas en El Cucho. Es la directora suplente de la escuela. Los mismos profesores cuentan que cuando hay que construir, "la dire" no titubea en agarrar la pala y ponerse a trabajar. Llegó al colegio luego de una tragedia. En 2009, cuando la combi que trasladaba a todo el cuerpo docente de la institución, volcó en una pendiente. El accidente dejó a dos profesores fallecidos y una decena de heridos. Aún hoy muchos siguen con licencia médica, por ello Patricia continua su suplencia.
Lo cierto es que Patricia reclamó varias veces por la reparación de la ruta, la construcción de un puente, la instalación de una antena que los comunique con la ciudad ante cualquier emergencia. Siempre menciona el caso de Daniel y el accidente de los maestros: "Han ocurrido muertes evitables”.
La directora dice que "El Cucho sufre la desintegración del grupo familiar" y explica que "los niños a los doce años tienen que afrontar una vida de adultos en la ciudad para terminar con el secundario". "No todos cuentan con recursos para enviar a sus hijos a estudiar a San Salvador. Muchos se quedan sin proyectos, sin oportunidades de nada".
Patricia sueña con conseguir una antena: "No sólo sería para los chicos del colegio, le daría vida al poblado entero", añade esperanzada.
El Cucho se mantiene oculto y nadie atiende los reclamos.
(*) Especial para Perfil.com, desde El Cucho.