SOCIEDAD
Semana 3 de 2010

Mandesé una aventura: el turismo de librería

default
default | Cedoc

Enero sahariano. Empelotada realidad. Decir Kirchner da acidez. Abotonarse al Dakar, quema neuronas. Se impone salir. De paseo. De viaje. De uno. Para estos casos "punta" cultivo hábito que mi edad mejoró: soy adicto al turismo de librería. Pasión que me rumbea (según ánimo del día) hacia libro antiguo o libro "de viejo". Son visitas furtivas, que vivo con expectativa de pescador de altura. Paciencia en el buscar, súbita impaciencia al encontrar. Erótica entre el azar y mi ojo que casi siempre me devuelve feliz a casa portando un volumen único, inclasificable, que irá al anaquel de los alimentos no perecederos.

Si merezco algún premio (Kónex abstenerse: soy Nokónex por vocación) deberían dármelo por mi habilidad en expedicionar en vetustas librerías y regresar a la realidad con libro ceniciento en cuyos renglones discurre la "novedad" olvidada del mundo. Esa que la fenicia política megalibrera (salvo excepción) mantiene en segundo plano visual o arroja a las guillotinas cada dos meses si la "salida" del título se lentifica "por muy culto".

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Créase o no, los libros pasan por cinta de producción no menos cruel que los pollos, obligados al insomnio perpetuo para apurar la hora del sacrificio y venta. Y los autores por un escaneo que copia métodos usados en los aeropuertos de hoy. ¡No sea que el original lo sea en serio y no llegue a vender 5000 ejemplares! Puede costarle el puesto al editor que se jugó por la literatura antes que por la Caja. No son ganas de extremar la nota: de venir hoy aquel joven norteamericano con su original de "El sonido y la furia" le dirían "No, esto no va... Mejor tráiganos algo sobre el asesinato de Lincoln en el teatro, pero, eso sí, novelado como una policial ¿eh?"

El canon de la moda editora/librera actual pasa por privilegiar lo no original, lo facilista, lo cut/paste de donde sea, y de lanzar tontos libros inocuos que por sí solos confirman la cursilería fosforescente de su autor (¿sic?) como lo prueba titular su "obra" (¿sic?) de pretendida autoayuda "El combustible espiritual" (Dios nos guarde). La mejor autoayuda que antes y hoy puede encontrarse en los libros sigue esperando a su lector inquieto en cada línea de los autores que son clásicos por seguir siendo nuevos, pese a que los tiempos en que nacieron ya son viejos. Este alimento puede hallarse a la mano en las humildes librerías de viejo, de saldo y de anticuario. Espacios de incógnitas en cuyos caóticos, poblados estantes siempre hay un libro que de súbito lo sentimos nuestro espejo. De pronto (en papel biblia y precio regalado) nos recibe un libro tan inmenso y moderno como “Banquete” (o simposio) en el que Sócrates se enfrenta con la vida, o “Fedón, en el que encara el arte de morir. Un Platón (cualquiera de estos dos) vale más que todos los libros de autoayuda que pícaros editores/autores perpetran para el bienestar de sus bolsllos.

El paisaje de las "librerías de viejo" es por lo general cochambroso. Puede que los ácaros provoquen alguna tos. Pero dar con un título amado, y en edición feliz, es gracia que merece pagarse. Silencio, polvo, arañas (y hasta ratones lectores) cohabitan con dioses, mitos, utopías y las más variadas fabulaciones. Allí no impera la moda del día sino la moda del tiempo. Nos esperan Homero, Cátulo, Chuang Tzú, Swift, Chesterton, Chejov y tantos más, dispuestos a trasladarse a nuestra casa y ser confidentres amados cada vez que los hojeemos. En estos rincones mágicos anida el libro anónimo más importante del mundo. Nada se ha inventado más sagrado, democrático y didáctico que este libro que no es ni la Biblia, ni el Talmud, ni el Corán, ni nuestra Constitución. Más: todos ellos son posibles por la existencia en la lengua primero, en el papel, después, de este previo escribano que registra el variado sentido del mundo. Este libro personal y colectivo a la vez, sin el cual la mitad de nuestra vida sería impensable. El diccionario.

 

(*) Especial para Perfil.com