No sólo Milanco llevaba un buen nivel de vida. Rubén Papandopoles, alias “Gano”, también habría aprovechado el éxito de los secuestros virtuales para darse un lujo: se compró un Rolex de 10.500 dólares. En una escucha telefónica –que figura en la causa– le cuenta a su mujer, con algo de culpa, su flamante adquisición.
Gano: Hola, quería comentarte algo porque me parece que me mandé un liíto (sic).
ESPOSA: ¿Qué pasó?
GANO: Quería hablarlo con vos para saber qué te parece.
E: A ver...
G: Me compré un relojito hoy.
E: ¿Compraste?
G: Sí.
E: ¡Qué bien! ¿Y cuánto te costó?
G: Un poquito caro.
E: ¿Cuánto?
G: Y... un poquito caro. Pero es el reloj que yo quiero, viste. Nuevo, cero kilómetro y en caja.
E: ¿Cuánto? ¿Diez mil dólares?
G: Por ahí.
E: ¿Cuánto?
G: 10.500 dólares. ¿Qué decís vos?
E: Está bien. Si ya lo compraste, qué voy a decir.
G: Dejé 500 dólares de seña.
E: Pero 10.500 dólares es más de 200 palos.
G: No, pero el reloj nuevo vale 18 mil dólares. A mí me lo dejó en 10.500.
E: Si ya está, ya está.
G: Pero cuándo voy a volver a comprar ese reloj. Nunca más.
E: Y bueno, si te gustó, ya está.
G: Pero no te enojes.
E: No me enojo.