Cuando me prepusieron ir al cine a ver Cincuenta sombras de Grey aclaré: “Mirá que no leí el libro y la película probablemente me parezca una estupidez”. Pero en el fondo me daba una curiosidad tremenda saber qué era eso que tenía fanatizadas a tantas mujeres.
Me senté en la butaca llena de prejuicios, pero debo admitir que la película me gustó.
Hay que decir que la película es ingenua, fantasiosa, imposible. Que las defensoras de los derechos de las mujeres van a estar ofendidísimas con ese mensaje tan polémico del sometimiento. Porque Grey le pide una y otra vez a Anastasia –la protagonista femenina de esta peli– que “acceda a ser su sumisa”. La lleva en helicóptero a un departamento hiperlujoso y le muestra una habitación llena de juegos sadomasoquistas para hacer con ella. ¿No podemos transar un rato y listo?, pensaba yo, pero no. Grey quiere hacerle firmar un contrato a Anastasia para que de viernes a domingo él sea su amo y ella su sumisa. Para convencerla le tira frases como “Si fueras mía no podrías sentarte en una semana” (¡¿qué decís, Grey?!) O “Yo no hago el amor, yo cojo fuerte” (¡Ah bueno, Grey!).
La historia es una especie de Cenicienta de 2015: una chica común, virgen, que trabaja en una ¡ferretería! y que de casualidad conoce al dueño de un imperio que se interesa por ella y la hace conocer un mundo de placer, lujuria y sadomasoquismo. (Sí, ¡¡de virgen a sadomasoquista!!)
O sea, lo que él propone es tener sexo, mucho sexo, mucho, todo lo que se pueda, de las maneras que se le ocurran, pero sin ningún tipo de compromiso afectivo.
¿Es otra película que confunde a las mujeres? La respuesta es sí. Porque sin dudas millones de mujeres buscarán Greys por todas partes. Como nos pasó a tantas cuando vimos Titanic y queríamos irnos a un crucero para cruzarnos con algún Leonardo DiCaprio. O incluso qué mujer de mi generación no se apretó a algún amigo que no le gustaba mucho con la ilusión de vivir la historia de Cuando Harry conoció a Sally.
Pero el personaje de Grey es distinto. Porque es de esos hombres tremendamente seductores que te pueden hacer perder la cabeza. Porque encima es de esos tipos misteriosos, ¡que oculta una historia dura en el pasado que lo hace todavía más irresistible! (Chicas, los Grey son para un touch and go, si te enganchás, ¡fuiste!)
El personaje de ella, en cambio, es dulce, armonioso, divertido, sexy (pero no femme fatal). Anastasia es de esas mujeres que a las mujeres nos caen bien. Encima hace “cosas de minas”: colas interminables para entrar a baños, duda sobre borrar el contacto de él o llamarlo al celular, se pintarrajea con la amiga en el departamento que comparten... Y es linda.
En realidad en esta película todos son lindos. Todos. Hasta los extras.
La historia por momentos te hace sentir que todos están viviendo en una gran nube de pedos. Porque es fantasiosa, con algunas escenas ridículamente fantasiosas, pero efectiva. Y también debo confesar que por momentos mientras la miraba pensaba: “¡Qué pelotudez!”. Pero todo lo que no ves, te lo perdés. Y para ser sincera, a mí me gustó ver esta película.
* Humorista. Se presenta todos los jueves a las 21 con su espectáculo Cosa de Minas en Velma Café.