SOCIEDAD
el brutal crimen de la menor de 7 aos

“Mi ex le pegaba porque no le decía mamá”, asegura el padre de Priscila

Gabriel Leguiza contó el calvario que vivió su hija.

Familia dividida. Priscila vivió con su padre biológico en la localidad de Monte Chingolo hasta octubre del año pasado.
| Captura de tv: TN

La vida de Priscila no fue fácil pese a sus cortos siete años. Silvia Lafuente, su madre y principal sospechosa por el crimen, no sólo la abandonó cuando tenía un año y medio, sino que aparentemente convirtió el odio que sentía hacia el padre biológico de la nena en golpes e insultos contra su hija.

Gabriel Leguiza es el papá de la pequeña que este martes apareció asesinada en un arroyo de Berazategui, con golpes en distintas partes del cuerpo y signos de haber sido prendida fuego, y el principal impulsor de la causa contra los dos sospechosos que están detenidos: su ex mujer y su pareja, el ex policía Pablo Verón Visconti.
Leguiza habló por primera vez y reveló que la relación entre ellas no era buena y que su hija ni siquiera le decía mamá. ¿Por qué cree que decidió matarla? “Debe ser que le tenía bronca porque estuvo viviendo conmigo, o porque no le decía mamá. La madre para ella era mi señora, que es la que la crió, le cambió los pañales, le dio de comer, se calentó por vacunarla y darle un estudio”, responde entre lágrimas Gabriel.

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“No tengo palabras para decir lo que le hizo esa mujer (por la madre de su hija) a Priscila. No sé qué le habrá pasado por la cabeza para hacer lo que hizo”, destaca. “La nena siempre estuvo conmigo, la crié junto a mi actual pareja desde que tenía un año y unos meses. Con la mamá, casi nunca tuvo contacto... Si la vio dos veces es mucho”, recuerda.

María, la esposa de Gabriel y madre sustituta de Priscila, acota que no pudo hacer nada para evitar el crimen. “Yo la crié y era mi hija”, dice sobre la relación que mantenía con ella. “No pude hacer nada para que esto no le pase. La Justicia no me permitió que no maten a mi hija. Cuando me enteré pensé ‘ojalá esté viva’. Hubiera preferido que me dijeran que estaba violada antes que me digan que está en un cajón”, amplía.

Ni una palabra. Tanto Silvia Lafuente como Pablo Verón Visconti permanecen detenidos como principales sospechosos por el homicidio de la menor. La mujer está acusada por “homicidio agravado por el vínculo” y su pareja por “encubrimiento”. Ambos fueron llevados ayer a la fiscalía descentralizada de Berazategui para ser indagados por la fiscal Silvia Borrone. Sin embargo, cambiaron de estrategia por consejo de su defensor oficial, Santiago Romero, y finalmente se negaron a declarar.
Según dijo a PERFIL Julio César Torrada, el abogado que representa a la familia Leguiza, esperarán el informe final de autopsia y los resultados de los peritajes para pedir el agravamiento de la acusación contra la pareja de la mamá de la víctima. “Por ahora queremos determinar el grado de participación que tuvo el padrastro. El informe preliminar de autopsia indica que la víctima presentaba múltiples traumatismos, pero resta saber si cuando fue prendida fuego estaba con vida”, asegura el letrado, en diálogo con este diario.
Según el abogado, en las próximas horas pedirán el informe de las cámaras de seguridad instaladas en la zona donde descartaron el cuerpo y también presentarán como testigos a vecinos que acreditan el maltrato que recibía Priscila. “No se trata de un hecho aislado. Se trata de una mecánica regular que consistía en pegarle a la nena”, entiende Torrada.

Fuentes judiciales indicaron que la mamá de Priscila será sometida a una ronda de estudios psiquiátricos, que tienen como objeto establecer si se trata o no de una persona inimputable. Para el médico legista y psiquiatra forense, Carmelo Nápoli, la mujer acusada podría tener “un perfil psicopático”. “Es un trastorno severo de la personalidad, pero que es punible”, asegura a PERFIL.


El especialista, que fue perito en los casos Grassi y Bellini, entiende que el cuadro de violencia que supuestamente ejercía esta mujer sobre su hija es más habitual de lo que parece. “Es un doble mensaje dirigido a su esposo. Yo te odio y manifesto mi odio a través de algo que nos une: en este caso, una hija. La madre no la quiere y no la trata como hija. Le dice perversamente: ‘mirá lo que hago con tu hija, lo que no te puedo hacer a vos’”