Que sus habitantes son hospitalarios, el patrimonio arquitectónico es bello y su oferta cultural, basta. Pero también, y sobre todo, que está sucia, que el ruido ambiente es insoportable, que resulta cara y que la inseguridad la notan, pero no tanto como quienes la habitan en forma permanente. Eso piensan, a grandes rasgos, quienes visitan Buenos Aires, según un relevamiento llevado adelante por la Subsecretaría de Derechos del Turismo entre septiembre y noviembre de 2014. “Queríamos saber, sin necesidad de que vengan a denunciar un problema puntual, cuáles piensan que son las fortalezas y cuáles las debilidades de Buenos Aires como destino”, dice a PERFIL José Palmiotti, titular de la Defensoría del Turista de la Ciudad.
Los datos reflejan la percepción de los turistas respecto de las experiencias particulares vividas durante su estadía y permiten leer, casi como una radiografía, cómo nos ven quienes nos visitan. Y si la hospitalidad porteña se consagra como lo más destacado a nivel positivo –tres de cada diez dijeron que es lo que más les llamó la atención, seguido por el patrimonio arquitectónico y la oferta cultural, con el 27% y el 23%, respectivamente.
¿Y qué es lo que menos les gusta? Algo que a los porteños también los desvela, pero no es la inseguridad: la suciedad. Casi la mitad de los encuestados (el 45%) dijo que notaban que la Ciudad estaba muy sucia. Y el caos del tránsito, los ruidos y las bocinas, resultan molestos para el 26%. Recién ahí entra la inseguridad, con el 19%. Las respuestas de dos paulistas, Gabriel y Carolina, encajan en los primeros lugares de la muestra: se enamoraron de la arquitectura, pero en Palermo vieron “demasiada basura” en las esquinas.
A Mauricio y Gerson, dos cariocas que llevan una semana en Buenos Aires, les gustó “el estilo europeo y el casco histórico”. Pero los cartoneros –que ellos definen como “carreteros”– son lo que más les llamó la atención. “Vimos demasiados”, dicen. Para otra familia de brasileños de Sao Luiz de Maranhao, “las plazas están bien cuidadas y la gente es muy amable”. No destacaron problemas de seguridad por robos, sino por un ítem que en la ciudad prolifera cada vez más: las motos. “Notamos que circulan a gran velocidad, y nos resultaron muy peligrosas”, destacó Antonio, el jefe de familia.
Precios por las nubes. Para Viviana, una brasileña de Santos y Chris, un neocelandés que conoció en el crucero en el que llegó a Buenos Aires, el tema es auditivo: “El centro es muy lindo, pero hay mucho ruido en las calles. Es difícil hablar sin gritar, y nosotros no estamos acostumbrados”, asegura Chris.
Para su compañera, los precios altos son la mayor sorpresa: esperaba tener más acceso a las compras, otro de los ítems que los visitantes resaltan de la capital argentina. El 5% lo marcó entre sus preferencias, según la encuesta.
Y, claro, repitieron algo que todos, no importa de qué lugar del mundo vienen, enfatizan: que Buenos Aires está muy cara. Los venezolanos Ortiz también se sorprendieron por los precios de las cosas, más allá de que, a diferencia quizá de otros visitantes, el cambio no los favorece: “Nos afectó mucho en los gastos que teníamos programados. El año pasado conocimos Madrid y si comparamos los precios, aquí todo es muchísimo más caro. Pensábamos que no era así. En eso, nos dimos cuenta de que estábamos en una ciudad latinoamericana”, dice Luis, pero aclara que, a nivel arquitectónico y patrimonial, “no tiene nada que envidiarle a cualquier capital europea”.
Y señalan, en comparación con Caracas, “lo bien que funcionan los transportes y los servicios públicos”, agregan antes de seguir rumbo a San Telmo, uno de sus lugares favoritos.